Antonio Sánchez, el Manco de El Callao

El marinero de Viveiro participa en el combate de El Callao, la batalla que consagra como héroe a Casto Méndez Núñez

FUE UNO DE los supervivientes de la batalla de El Callao que llega a tiempos más modernos, porque Antonio Sánchez Pérez (Viveiro, 1838) participa en ella cuando tiene 28 años y va a vivir hasta los 98, la edad a la que fallece en San Xoán de Covas, cuando se inicia 1936, poco antes de que en España se inicie otra guerra.

Como siempre ocurre cuando se trata de narrar hostilidades entre dos o más bandos, las historias resultantes contienen puntos de vista también enfrentados. Este es el caso del 2 de mayo de 1866, otro segundo día de ese mes imborrable para la historia española.

La fecha se recuerda con tintes heroicos en la versión peruana y también en la española, aunque por distintos motivos y con distintos adjetivos.

El protagonista por parte española es el almirante de Vigo Casto Méndez Núñez, que morirá tres años después, y por parte peruana, Mariano Ignacio Prado, jefe supremo de la República. Estamos en la poco conocida Guerra Hispano-Sudamericana entre la Marina de la Corona y Perú, Chile, Ecuador y Bolivia.

Las repúblicas americanas acusan a España de intentar una nueva reconquista tras su independencia, mientras que España las acusa a ellas de provocación e incumplimiento de acuerdos.

Méndez Núñez ya es en esos momentos uno de los marinos españoles más destacados, con intervenciones en Fernando Poo, Buenos Aires, los Estados Pontificios y especialmente, Filipinas.

No es momento de analizar con detenimiento el origen de la Guerra del Pacífico, pero bástenos recordar que la Marina chilena apresa a la goleta española Virgen de Covadonga. Una derrota para la que el vicealmirante José Manuel Pareja solo encuentra consuelo en el suicidio, dada la escasa fuerza del enemigo vencedor.

Entonces es cuando Méndez Núñez se hace cargo de la flota española y decide restituir el honor perdido. Se encamina a Valparaíso para recuperar la Covadonga. Desde su famosa Numancia, el marino avisa con cuatro días de antelación para que sea evacuada, como hacen británicos y norteamericanos, no sin antes advertirle sobre la mala prensa que tendría el ataque y la posible intervención de ambos países.

Méndez Núñez pronuncia entonces la frase con la que pasa a la posterioridad:

_ España, la Reina y yo, preferimos honra sin barcos, que barcos sin honra.

Ni EE.UU., ni el Reino Unido intervienen y el 31 de marzo de 1866, Valparaíso es bombardeada, en una acción que recibe críticas de todos los frentes, incluido el español.

Tras el ataque pone rumbo a El Callao, una fortificación ya defendida por un militar de Lugo, el general Rodil, aunque ahora es en dirección inversa. Desde España se trata de evitar el combate, pero Méndez Núñez disimula orden y ataca El Callao. Él recibirá ocho graves heridas en el puente del Numancia a lo largo de las seis horas que dura el combate.

Mueren 43 españoles, mientras en tierra se habla de hasta dos mil bajas entre los peruanos. Los heridos en los barcos son ciento cincuenta, uno de los cuales es Antonio Sánchez, que pierde allí su brazo derecho.

De regreso a España, inútil para la Marina, el de Viveiro entra al servicio del orensano Joaquín Sotelo Valledor, que es vecino de la ciudad del Landro.

Sotelo estaba casado con la ribadense Manuela La Fuente y Rogina y ellos serán los abuelos maternos de los Calvo Sotelo. La familia tiene en gran aprecio al héroe de El Callao y éste, que conserva en perfecto estado su cabeza, puede contar muchas veces a sus miembros y a sus invitados la gesta de Méndez Núñez.

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