Un lugar donde refugiarse
Pasen y vean
Era impensable que Pedro Sánchez dijese la verdad por estar pisando suelo norteamericano, donde las mentiras, sean del calado que sean, suelen costar cargos públicos. Era impensable y no sucede porque esas exigencias no rigen con los políticos extranjeros.
A Biden le basta ningunearlo para que no se olvide el poco aprecio que tiene por él y su política, pero bueno, lo más chocante es que su viaje se enmarque dentro de una campaña para demostrar que España es “el mejor lugar del mundo para invertir”.
¿Está de broma?
No vamos a hacer aquí un ejercicio de síntesis sobre los males asociados a Sánchez que atacan cualquier intento de atraer la inversión extranjera por miedo a que nos llamen traidores, pero a ningún español que no esté narcotizado o a sueldo del personaje se le escapa que la combinación de fuerzas que sostienen a Carrillos Tortuosos representa la receta más contraproducente que imaginarse pueda de cuantas fórmulas de gobierno existen en el mundo, a excepción de las que ya han entrado en bancarrota tiempo atrás.
Además lo dice el mismo día en que la juez Esperanza Collazos ordena la suspensión del rescate de la aerolínea Plus Ultra ¡por no estar justificado! Una pieza que por sí sola dibuja con trazos firmes y gruesos el rostro de quienes nos gobiernan, la arbitrariedad de sus decisiones y el desatino ideológico que las inspira.
Pensará Sánchez que los inversores norteamericanos son un poco lelos, que no leen la prensa y que les basta ver su flamante percha en el Instituto Cervantes de Nueva York diciendo eso de que somos lo mejorcito, para que agarren sus carteras y nos rocíen de millones mientras al menos cinco ministros de su Gobierno sueltan una barbaridad por día, como esa de que los pantanos son franquistas y hay que chimparlos.