García-Blanes, el primer español muerto en un campo de fútbol

El joven lucense juega de guardameta en un encuentro amistoso y al realizar una estirada recibe varios golpes mortales

EL FUTBOLISTA INGLÉS William Crooper es el primero en morir en un partido. Ocurre en 1889 a causa de una rotura intestinal. En España no sucede algo parecido hasta que el 7 de enero de 1973 el jugador del Sevilla, Pedro Berruezo, sufre un paro cardíaco cuando juega en el Pasarón de Pontevedra. Sin embargo, en el fútbol amateur hay un antecedente que tiene como escenario un campo lucense.

Debemos situarnos el 21 de junio de 1928. Cualquier excusa es buena para que los futbolistas de Lugo organicen un partido, y la de ese día es la celebración de San Luis Gonzaga, onomástica de varios de ellos.

Se van al campo del Polvorín _ llamado stadium por los más optimistas _, y se distribuyen a partir de criterios poco futbolísticos, pues los Luises quieren ir juntos, convencidos de que el santo velará por sus intereses. Pertenecen al club Adelanto, al Rácing F.C., o al Lugo Sporting, como es el caso de Inocente García-Blanes Ferreiro (Lugo, 1908), guardameta suplente de este último, aunque ha pertenecido a casi todas las sociedades deportivas desde los 15 años.

Llega a jugar en el Riazor contra un club coruñés, y el comentarista lo destaca entre los mejores. En su infancia se ve favorecido con una de las plazas de las Cantinas Escolares para pasar el verano en las playas de Foz y Barreiros, donde disputa interminables partidos en la arena.

Es mecánico y su madre, Juana Ferreiro Neira, ya viuda, vive en el Callejón del Colegio, al lado del Círculo. Después lo hará en San Pedro, cuando fallezca a los 77 años en 1948.

Además de Inocente, tiene otros seis hijos, Vicente, Víctor, José, Purificación, Sofía y Araceli, que está casada con el agente comercial Adolfo Borrego Cano. Purificación lo está con Antonino Pérez Fafián y el resto vive en el extranjero, como denota el nombre de sus esposas, Sara Le Moglie, Obdulia Bedata y Anita Bonettini.

Se inicia el encuentro y de repente se desencadena la tragedia. Inocente se lanza en plongeon _ barbarismo del fútbol inicial que se traduce como estirada en plancha _, y recibe varios golpes en la cabeza de un delantero rival que trata de hacerse con el balón.

El arquero se desploma conmocionado, el partido se interrumpe y al ver que no reacciona, lo conducen a la consulta del médico Ricardo López Pardo, en la plazuela de A Nova, o de Ángel Fernández Gómez. El doctor advierte la gravedad del caso y ordena su traslado al hospital, donde lo atiende José Lomas.

La lesión es gravísima. Se interviene en la medida de lo posible y se logra estabilizarlo para que quede encamado en la Sala San Antonio. Sin embargo las perspectivas son fatales y a las cuatro de la tarde del día siguiente fallece.

La autopsia describe una comprensión del bulbo por hemorragia cerebral y fuerte contusión en la región hepática con rotura de la vesícula biliar. El entierro reúne a todo Lugo.

A partir de ese momento se produce una serie de desencuentros inexplicables cada vez que se trata de materializar un homenaje a la memoria de Inocente. Se pretende instalar una placa en el Polvorín, esculpir un busto, abrir una suscripción y organizar unos encuentros.

Se llega a su tercer aniversario sin nada realizado, pero ese día se celebra una misa en A Nova y un homenaje en el cementerio. A las cuatro de la tarde se disputan tres partidos en las Gándaras de Piñeiro y en el campo de la feria, entre los equipos Unión Sporting, Júpiter, Colón, Español, Victoria y Rácing Villalbés.

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