Álvaro Gil, capitán de la Liga de Amigos de Lugo

Empresario de éxito con el grupo Fernández y mecenas del arte y la cultura de Galicia

CUANDO ÁLVARO GIL Varela (Lugo, 1905), pierde a su madre a los nueve años, la Liga de Amigos de Lugo convoca a los de su edad para formar el Batallón Infantil.

La tropa que se junta da para tres compañías, algunos de cuyos soldados son Ameijide, Menéndez Arrué, Magadán, Feás, Ordax Avecilla, Bourio, Rodríguez Labajo, Sánchez del Valle, Jacinto Calvo, Jaime Olano, Marcial Neira, Jesús Bal y Gay, Álvaro Carro, Saturno Lois Piñeiro o Emilio Azcárraga. Los mandarán tres capitanes, Nicandro García Armero, Javier Pardo y Pardo y Álvaro Gil.

Él es hijo del oficial de la Diputación Álvaro Gil Arias y de Josefa Varela y Varela. Josefa era hermana de Victorino, jefe de los servicios municipalizados de Lugo, casado con Consuelo Vázquez Morán, y del veterinario Daniel Varela y Varela, casado con María Piñeiro Piñeiro.

La ausencia de su madre ayuda a que Álvaro se vea fuertemente influido por la figura de su padre, un hombre culto, destacado dibujante, profesor de esa asignatura en la Escuela de Artes y Oficios, y especialista en el abigarrado arte de realizar pergaminos de honra, como los que crea para Ángel Plácido Rey Lemos y Martínez Anido.

Álvaro es hermano de Gertrudis, la madre de Manuel Castro Gil y por lo tanto, tío del grabador. Su domicilio de Recatelo 11, cerca de donde en 1950 el arquitecto Gómez Román levantará la casa familiar, es un entorno donde se respira amor por la cultura.

En 1928, tras acabar Comercio en A Coruña y su paso por el ejército, aprueba las oposiciones al Cuerpo de Ingenieros de Montes para ser destinado, primero a Huesca, y luego, a Pontevedra.

El 4 de marzo de 1931, se casa en la iglesia del Carmen de Lugo con Antoñita Arias Vázquez, hija del sobrestante de Obras Públicas, ya jubilado, Carlos Arias Romay, y de Vicenta Vázquez, con lo cual su hija, María Antonia Gil Arias, volverá a llevar los mismos apellidos que su abuelo. Entre los testigos se encuentra su superior en Pontevedra, Pedro Basanta, con el que compatirá también inquietudes galleguistas.

Cruz Gallastegui lo atrae para su Misión Biológica y gracias a la Junta de Ampliación de Estudios, Álvaro va a la Escuela de Münchenberg en Alemania. En compañía de Basanta recorre las piscifactorías de Infiesto e Irate para instalar una similar en Pontevedra.

En 1934 encabeza con Bóveda y Castelao el homenaje a Enrique Rajoy, abuelo del presidente, como secretario del Comité de Autonomía. También promueve otro en honor de Julia Minguillón.

Semanas antes del 18 de julio es nombrado presidente de la Junta Provincial del Paro de Pontevedra y el 1 de julio sale una fotografía suya en la portada de El Pueblo Gallego con frases de alabanza. Ambas circunstancias son fatales. Es detenido, cesado e inhabilitado tres años con un expediente de incautación de bienes.

Se supone que su cuñado, el dirigente falangista Luis Cedrón del Valle media para que el castigo no sea mayor. En 1937, a los 59 años, muere su padre. Además de Álvaro, el mayor, deja otros cinco hijos, Josefa, Avelina, Saleta, Emilio y Carmen.

Está a punto de retomar el contacto con los hermanos Fernández López, de cuyo grupo de empresas será consejero y como tal recibe en 1965 la encomienda de la Orden del Mérito Civil.

Su colección de pintura, Ronsel, Galaxia, Penzol, el Pedrón, el carnero alado, los torques, el Museo de Lugo y el posterior desencuentro con él de su hija y sus nueve nietos, son hitos que merecerían nuevas entregas

Muere en Madrid el 2 de octubre de 1980, hace esta semana 40 años.

Un comentario a “Álvaro Gil, capitán de la Liga de Amigos de Lugo”

  1. Alejandro Moro

    Fascinante personaje Alvaro Gil. Absolutamente. Ya me gustaría leer más a fondo toda su historia, pero parece que Galicia se olvida de su gente más preclara, más valiosa. Igual dentro de 50 años algún extranjero nos lo descubre, cuando lo teníamos al lado de casa. Hoy en día todo es política, toda esa mediocridad política de hoy y de mañana que no merecerian ni media página de un periódico. Ni media! Personajes de ésta talla humana, empresarial, cultural, creadora de riqueza no existen en nuestra época…pero es igual, ni tan siquiera les hemos dado un mínimo reconocimiento. Un hombre de las características y con la biografía de Gil Varela no debiera ser desconocido por ningún gallego de bien. Un hombre bó e xeneroso. No lo conoce nadie. Nadie le conoce. Ni en su provincia. Es triste.

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