Entre dos chistes

En una junta de accionistas, el portavoz toma la palabra:

_Señores, tengo buenas noticias. Nos ha ido tan mal que en el futuro jamás nos podrá ir peor.

Es un chiste, claro, pero la frase podría pronunciarse hoy con alivio en muchas estancias. Sería un auténtico notición haber caído en lo más bajo para remontar ya.

En A Mariña se viven horas de angustia al final de un camino que no se entiende, salvo que se haya actuado con engaño. La política nacional sigue siendo un chorreo continuo de despilfarros, traiciones e ineficacia protagonizados por personajes que por méritos propios y con mucha suerte, solo podrían aspirar en esta vida a ser burros flautistas.

Por eso, aunque las calamidades sean tan imponentes como los actuales problemas sanitarios o económicos, nada hay tan desolador como contemplar al frente de los organismos encargados de contrarrestarlos a seres dedicados a maquinar constantemente asuntos que ni son de su incumbencia, o que solo a ellos reportan beneficios, como el inhabilitado Torra.

Nos preguntamos por qué España arroja los peores índices de esta pandemia y cada cual trata de explicárselo de una manera. Yo creo que todos tienen razón. Hay que sumarlas para dar con la respuesta correcta. Sumar el hambre con las ganas de comer.

Terminemos con otro chiste para aupar los ánimos. Es el del españolito de nuestros días que acude al psiquiatra con una gran angustia.

_ Doctor, por la noche me despierto sudando porque tengo el complejo de que vienen a por mí.

Y el médico lo mira muy serio y le dice:

_ De complejo, nada.

Si la actualidad lo permite y el tiempo lo aconseja, mañana, en vez de hablar de Torra, les cuento una curiosidad desconocida de Cela.

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