Valle Armesto, el inventor de El Explorador Español

El abrelatas del fonsagradino ha sido elegido como icono del diseño histórico de España

CUANDO EN 2010 se publica El diseño industrial en España, sus autores deciden que en la portada figure la imagen del abrelatas de El Explorador Español.

Este sencillo utensilio sale del caletre de José Valle Armesto (A Fonsagrada / Negueira de Muñiz, 1870), un hombre nacido en las tierras fonsagradinas o buronesas de Vilaseca, y que se instala en Gijón, después de servir al Rey, para emprender allí una original actividad industrial, que incluye la fabricación de este aparato que va a estar presente en la vida cotidiana de los españoles durante el siglo XX e incluso en la actualidad, pues sus ventajas superan a diseños posteriores.

El aparato está pensado para cuatro funciones principales. Abrir la lata mediante una cuchilla puntiaguda que avanza sobre las tapas a medida que se realice con ella fuerza arriba y abajo una vez anclada al envase, perforar ese mismo recipiente hermético para extraer su líquido, apretar o aflojar cabezas de tornillos de una ranura y destapar las chapas de corona de las botellas que utilizan este sistema para cerrarlas.

Todo se reduce a tres piezas metálicas hábilmente dispuestas para que tanto el explorador, como cualquier vecino en su casa, disponga de un instrumento sencillo, manejable, pequeño y transportable con el que enfrentarse a esos tres trabajos. En la parte más ancha se le añade la imagen de un excursionista —que en teoría, es el principal beneficiario del invento, y en la parte superior, incrustadas en una rueda de un engranaje mecánico, aparecen las tres iniciales del nombre de su creador, JVA.

Tuvo que ser emocionante para Valle Armesto comprobar durante los 54 años que sobrevive a su invento cómo es que no decaen las ventas de su diseño, que aunque en menor medida, sigue hoy vigente en hogares y negocios.

Después de cumplir sus compromisos militares con la patria, se dedica un tiempo a trabajar como viajante, pero probablemente ya con la idea del utensilio en la cabeza. En el año 1905, decide dejar los caminos de España y echar raíces. Gijón es un lugar adecuado para aventuras industriales, de modo que el invento será asturgalaico, por aquello de ser primoshermanos.

Valle Armesto cuenta con un socio capitalista llamado Gutiérrez que falleció a los pocos años de iniciar su actividad. La fábrica se instala en la zona de Los Campos, para trasladarse luego a la calle de Cifuentes, que será sucesivamente Calvo Sotelo, y en la actualidad, Manuel Llaneza.

Allí trabaja una plantilla mayoritariamente femenina, con abundancia de gentes llegadas de Negueira, Burón o A Fonsagrada, que esperan ser bien recibido en el negocio de su paisano. A Valle Armesto le gusta compartir con ellos la jornada, por encima de permanecer en las oficinas ocupado en asuntos burocráticos o comerciales.

Sus familiares recuerdan que acude a diario a la factoría, a donde va andando hasta que las fuerzas le fallan y entonces se hace conducir por un taxista. Otro de los rasgos de su carácter es acercarse a todos aquellos que imagina hijos de Galicia, con el fin de echar unas parrafadas en gallego.

Durante años, las pasiones de José Valle son la caza y la pesca. Y quién sabe si ese afán por recorrer los montes y los ríos tras las piezas deseadas fue la chispa de la que surge el abrelatas. Evidentemente, el explorador español más común es el cazador o el pescador, y quien más puede beneficiarse del aparato es un hombre que pasa toda la jornada en el monte. También es socio del Real Club Astur de Regatas.

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