Chelo, la villana de los culebrones de Venevisión

La niña que sale de Sober a los diez años se hace imprescindible en las telenovelas venezolanas

CUANDO CONSUELITO, CHELO o Chelito Rodríguez Álvarez (Sober, 1942), tiene diez años, sus padres, Serafín Rodríguez y Leonor Álvarez, deciden dejar Lugo y emprender un viaje sin retorno a Venezuela. La niña había nacido en la parroquia de San Pedro de Canaval, como su hermano Carlos.

Cuando en Caracas le preguntan a Chelo qué quiere ser de mayor, ella suele decir que médico, pero los estudios para lograrlo exigen un esfuerzo de muchos años y no es capaz. Es más, los deja en el tercer curso de bachillerato. Luego hace Secretariado Comercial, pero convertida en una espectacular adolescente prueba suerte en el mundo de la televisión, aprende el oficio de actuar delante de las cámaras y durante décadas se llegará a ser la reina de las telenovelas, eso sí, encasillada casi siempre en papeles de mujer atormentada o atormentadora, lo que se conoce como las malas de la película. Jamás trabajará como secretaria.

Cuando ya es una estrella, en una entrevista televisiva le preguntan por sus orígenes gallegos y Chelo, para certificarlos, afirma: “Soy de Lujo, no lo niejo y lo dijo con mucha elejancia”. Han pasado muchos años desde que era una rapaza de Canaval. No cabe duda, porque la frase parece sacada de algún sainete de tercera, que no de San Pedro de Canaval.

Pero pese al tiempo de estancia en tierras venezolanas, la españolidad de Chelo es un tema recurrente que le sueltan a la cara, y no siempre con buena intención. No hace mucho, la actriz Natalia Streignard, nacida en Madrid, de padre venezolano con orígenes alemanes y madre argentina, se refiere a ella con un contundente: “No es venezolana”. A lo que Chelo le replica:

_ Venezuela significa todo para mí porque yo llegue aquí cuando tenía 10 años y toda mi vida la he hecho aquí; es mi primera patria. Yo no quiero comenzar en otro país algo nuevo si todo lo he hecho aquí.

Ya son ganas de polémicas. En realidad, su origen español no fue nunca un problema más allá de la anécdota. Sería absurdo que lo fuera, tanto si se lo afea una madrileña como Natalia, o una caraqueña.

Sus primeros pasos en el medio televisivo los da en “El show de Aldemaro Romero”, de Radio Caracas Televisión. Aldemaro Romero acaba de regresar de los Estados Unidos, donde ha colaborado con Tito Puente, Dean Martin, Jerry Lee Lewis o Stan Kenton.

Poco a poco las opciones del medio en el que ha entrado la conducen a la especialidad donde tiene posibilidades de destacar, la interpretación. De esa forma, sin abandonar la década de los sesenta debuta con un pequeño papelito en la telenovela Corazón de madre, de la escritora cubana Inés Rodena.

Chelo pasa a Venevisión y forma parte en otro título mítico, La loba, de Manuel Muñoz Rico y Alejandro Hurtado Terán, donde se cuentan las maldades de Adriana Heller, una viuda alemana con añoranzas nazis. Años después es emitida en España por Telecinco.

Los siguientes papeles la acercan a su perfil más conocido como la villana de Venevisión, como le dicen los venezolanos con esa manera de señalar tan característica.

Así se llega a las telenovelas que Chelo considera más importantes de su carrera, Rafaela (1977), y La Zulianita (1978), por la que recibirá el Latin ACE Awards de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York como mejor actriz.

Otro de sus títulos, Mundo de fieras, protagonizada también por Catherine Fulop y Jean Carlos Simancas, vivirá en España una extraña pirueta de audiencias, desde el fracaso al éxito total.

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