Una lucense es la loca de Arriquibar de Bilbao
Hoy cumpliría 104 años Mercedes Lorenzo, a la que se le atribuye la canción de Perales y Mocedades, “Le llamaban loca”
LA PLAZA DE Arriquibar en Bilbao rinde homenaje a Nicolás de Arriquibar y Mezcorta (1714-1779), un comerciante y economista de la ciudad. Sin embargo, para muchos vecinos la plaza está más unida a la figura de una mujer llamada Mercedes Lorenzo Souto, (Lugo, 1915), que hoy cumpliría los 104 de existencia si no hubiese muerto el 23 de enero de 1996 en Mondragón.
En un momento indeterminado, su familia se traslada a Bilbao, y allí comienza su triste historia. Mercedes es una mujer instruida, pues trabaja como secretaria en la oficina que los famosos fabricantes de vermú Martini & Rossi han establecido en la Alameda de Urquijo.
Coincide a menudo con el propietario de un ultramarinos abierto en esa misma calle y se enamoran. Pero cuando todo parece encaminado al matrimonio, el tendero corta las relaciones y se casa con otra mujer.
Mercedes no puede superar el disgusto que esta separación le causa y pierde la cordura. Entonces decide hacer de un banco de la plaza de Arriquibar su campamento permanente, su parapeto desde donde asaltar la fortaleza. La razón reside en que sentada en en ese lugar divisa el ultramarinos de su enamorado.
La lucense se lleva al banco una interminable labor de calceta, como si con ello imitase la eterna espera de Penélope en su particular odisea, y no deja de ser anecdótico que trabaje con lana en la única plaza de la ciudad dedicada a un comerciante de ese ovejuno material.
También da de comer a los pájaros y sonríe a los que pasan.
Pronto Mercedes es conocida en todo Bilbao como La loca de Arriquibar y muchos vecinos de otras zonas se acercan a verla para comprobar con sus ojos los destrozos del amor. Como la mujer comienza a tocarse con sombreros cada vez más llamativos y estrafalarios, que alterna con un turbante verde, también es llamada La loca de los sombreros.
Esta respuesta ante amores imposibles se conoce como erotomanía, pero sólo al final de sus días es hospitalizada, más por razones humanitarias, que por agravarse en su dolencia psíquica.
El lugar es paso obligado para docenas de niños y niñas que estudian en los cercanos colegios de Santiago Apóstol y de El Pilar. La situación cambia de repente el año 1981, cuando el grupo musical más famoso de la ciudad, Mocedades, graba una canción firmada por José Luis Perales que la titula Le llamaban loca. El hecho de que Mocedades sean bilbaínos, así como la coincidencia en varios pasajes con la historia de Mercedes, no dan opciones a la duda. Perales se está refiriendo a la mujer de Arriquibar y a su historia.
“El mundo fue sólo de los dos y para los dos”, “él se fue”, “ella dejó de cuidar las flores del jardín”, “y los muchachos del barrio le llamaban loca”, “estuve loca ayer, pero fue por amor”… todo parecía coincidir.
Muchos años después, José Luis Perales afirma en una entrevista que la mujer de su canción era una vecina suya de Madrid que enloquece de amor, lo mismo que Mercedes.
Ya da igual, porque en Bilbao nadie se para a discutirlo, especialmente después de que a principios de los noventa el periodista y presentador de Eibar, Antxón Urrusolo, organiza con la actriz Lola Herrera una puesta en escena de La loca de Arriquibar, que ilustra nuestro cromo de hoy.
Se la llevaron de la plaza unos hombres de blanco y fue de un hospital a otro, del de Zaldívar al de Basurtu, hasta que por fin recaló en el Aita Menni, de Mondragón, donde gentes amables la cuidaron y donde dejó de amar cuando había llegado a los 81 años.
13 de Septiembre , 2020 - 18:22 pm
Vivia en un viejo edifico en la calle Gordoniz 5 o 7
21 de Noviembre , 2021 - 14:41 pm
Yo nací en la plaza de Arriquibaf, y yo me sentaba con ella en ocasiones siendo muy pequeña cada vez que otros niños de la plaza me hacían rabiar. Ella me hacía un gesto para que me acercara y sentara a su lado. Durante una temporada se hizo acompañar por una pequeña perrita , creo recordar que de color blanco. Vivía con una sobrina que era la que le hacía la ropa y también recuerdo su animadversión hacia los hombres, no así hacia los niños que jugábamos en aquella plaza.