Losada, un músico gañán y oscuro
Hace 105 años, Ofelia Nieto estrena Maruxa y en los aires resuenan notas que Vives no oye en O Saviñao
HAYA SIDO MUCHA o poca la influencia del músico José López Losada (O Saviñao, 1873) en los aires gallegos de la ópera Maruxa firmada por Amadeo Vives, el resultado es que su nombre sale a relucir cuando se habla de esta señora tan bucólica y pastoril que basta mentarla para que toda la evocación se vaya directamente a un prado verde, a una pastora y a unas ovejas.
Y es cierto. Cómo se divirtieron los redactores de El Duende madrileño los días anteriores al estreno. A sus lectores dicen, como mágica predicción de arúspice sobre tripas de cordero, que Maruxa no podrá estrenarse a tiempo hasta que los cuarenta borregos del reparto no estén afinados por grupos; unos en re bemol, otros en fa sostenido, “y los recentales, en do de pecho”. Lógico.
La pieza tuvo problemas de identificación desde el principio. Vives la llama égloga. Después, comedia lírica y más tarde, zarzuela porque se estrena en el teatro de la ídem. ¡Pero si se ve desde lejos que es una ópera, hombres de Dios! Sí, con aires gallegos y con ovinos desparramados, pero ópera a la postre. Como Aida, que le puedes meter camellos, y no por ello deja de ser ópera.
Mas hete aquí que los chistosos aciertan y hay retrasos para el choteo generalizado. ¿Cuándo se estrenará? ¿Será por Pascua, será por la Trinidad?
Nada, nada. Las ovejas ya están entonadas. Será el viernes 22, a eso de las diez. Compren las entradas, que se nos agotan, dice el 18 de mayo de 1914. Pero se ve que a una merina se le atraganta un interludio y la empresa debe anunciar una nueva fecha. Señores, Maruxa llega el martes 26 de mayo. El que no esté conforme, que pase por taquilla, que se le devolverá el dinero. Las otras entradas valen.
Buenas, venimos a ver Maruxa. Pues no va a poder ser, se ha retrasado al jueves 28 de mayo. ¿Otra vez la merina? No, ahora han sido dos churras. ¡Vaya por Dios! ¿Y sirven las entradas? ¿No han de valer? ¡Como siempre!
Y así fue como Maruxa se estrena tal día como hoy de hace 105 años, cuando el pobre Losada ya no está en este mundo, ni puede imaginar cuán grande es la tardanza en dilatar de la señorita Ofelia Nieto, que es primeriza y a la sazón se viste con ropas campesinas de la tierra paterna para dar a luz la magna obra.
El jueves 28, El País publica en portada dos fotografías dos, que se dice pronto. En una, Ofelia Nieto, en solitario, retoza en una palleira. En la otra están Vives, Luis Pascual Frutos, el decorador, algunos actores y Ofelia. ¿A que no saben qué tiene la cantante sobre su regazo en ambas fotos? ¡Exacto! ¡Un corderito! Bueno, o dos, porque no podemos precisar si el animal es el mismo o lo han cambiado para no estresarle y evitar retrasos.
Los periódicos del 29 ya traen las primeras críticas y eso que la función se prolonga hasta las dos de madrugada. Éxito grandioso. ¿Y la tiple Ofelia? De fábula. Como si no fuese su bautismo de aires. ¿Y los pastores? Muy bien, entonan endechas de amor. ¿Y los corderillos? En su línea, todos balan el libreto sin salirse ni una coma. Fueron muy apaludidos (sic). ¿Y Losada? Ni mención.
Losada _ a punto estábamos de acabar su semblanza sin hablar de él _, fue un hombre oscuro y poco dado a manifestarse en cuerpo presente. Fue acaso un espíritu que salido de la aldea de Morgade sobrevuela el cabezón de Vives derramando sobre él las notas oportunas que Maruxa y los borreguitos necesitan. Nada más.
Losada es el personaje ideal para que lo pinte Emilio Carrere, como así hace en efecto. “Era un gran músico español; pero era un perfecto orangután. Era un inadaptable selvático que mordía, coceaba y gañía”.
Se ve que Carrere conoce su parte más arisca, el anverso gañán de Losada; pero un músico de sublimaciones líricas como las suyas no puede comer alubias a la bretona de manera repugnante y echarse a la bartola entre eructos. Losada tiene que esconder un envés dulce y elevado; aunque claro, se deja ver tan poco…