Buff boys
No era el pasado, era el futuro
No fue un escupitajo. Fue un gesto de buff. Eso dicen desde ERC. Menos mal. Ya pidió Lastra que rebajásemos la tensión.
Un gesto de buff es como una flatulencia silenciosa e inodora. Es como si Dani Mateo, en vez de sonarse los mocos con la bandera, se hubiese enjugado las lágrimas con ella. Hasta queda tierno y todo.
Ha sido un gesto de buff, como el de Sissi Emperatriz cuando su madre, Ludovica de Baviera, le aconseja sobre cómo debe comportarse en la corte. ¡Buff, mamá, qué repugnantiña eres!
Y de lo Rufián, ¿qué es? ¿Otro repugnantiño? Sí, bastante; pero sin el -iño.
Hace 40 años _ los que ahora se van a conmemorar _, algunos ilusos pensábamos que el parlamentarismo español se volvería a poblar de Castelares, porque con la llegada de la democracia nada impediría que el verbo claro y el tronar sonoro de sus señorías rebotase contra las paredes del hemiciclo.
Deberían habernos advertido de que 40 años después habría gestos de buff y exabruptos de repugnantiños, y que la presidenta tendría que adoptar ademanes de institutriz ante la protesta airada del colectivo, que como tantos otros de la sociedad española, solo tiene la piel fina cuando vienen a por lo de ellos, pero que tragan carros y carretas cuando van a por lo de todos.
Sí, hay que hacérnoslo mirar y descubrir de dónde sale toda esta proliferación de personajillos partidarios de la ineptocracia, adeptos de la demolición social y estatal, adoradores del atraso, de la indigencia cultural, de la irreverencia y de la ignorancia. ¿Será que las meninges regresan a sus cuarteles de invierno y acabaremos siendo primates?
Viendo a alguno de los padres de la patria, no nos caben dudas de que homo sapiens es una categoría taxonómica que les queda muy, pero que muy holgada.
24 de Noviembre , 2018 - 18:05 pm
Hubo un tiempo de una cierta dignidad parlamentaria no exenta de gracejo. ¿Recuerdan ustedes aquello de Santiago Carrillo: «Yo soy ateo, gracias a Dios»? Probablemente, el Congreso de los “Disputados” no sea otra cosa que el fiel reflejo de la sociedad amoral que, poco a poco, hemos ido construyendo (unos) y consintiendo (otros).
En este caso con “amoral” no me refiero a la carencia de una moralidad cristiana ─que también─ sino fundamentalmente a la carencia de cualquier tipo de moralidad social colectiva. Todo vale, y el que no lo acepte es un facha. El país, con esta ausencia de referencias de moral y de honorabilidad se va al guano, mientras todos miramos hacia otro lado batiendo palmas y silbando.