Tortura acústica
El minarete
A las ocho de la tarde, a las ocho en punto de la tarde la plaza de Vic rompe el silencio y de una boca cavernosa surge la voz del Gran Hermano que recuerda a los míseros mortales su destino en esta vida, la independencia de Cataluña.
Primero vienen los toques de aviso, luego las ocho señales horarias; un breve silencio y un repique de campanas pone prólogo al tono intimidario del locutor, que bien podría ser el de un campo de concentración, despiadado y tétrico. Sigue un nuevo repique y el silencio.
Entiendes que en el ánimo de los sufridos habitantes de Vic quede prendido el horror a manifestar cualquier opinión contraria a la voz que retumba desde lo que antes era su casa común.
A Goebbels le habría encantado. Un método sencillo, barato y machacón que no nos extrañaría ver repetido en otros consistorios catalanes a las ocho, a las nueve o a las diez.
En la iglesia ferrolana de San Salvador de Serantes se produjo un curioso episodio en los años de la República que nos vino a la memoria a raíz de esta monstruosidad de Vic.
Allí, concejales de izquierda logran del concello todo lo contrario, o sea, que las campanas de la iglesia de Serantes prescindan del toque de difuntos, según ellos, por la infinita congoja que tal sonido produce en el ánimo de los parroquianos.
Se entiende que es en el ánimo de los de izquierdas, descreídos en asuntos de la vida eterna, pero afectados ante el ritmo del campanero.
¿Qué dirían los de Serantes si se enteran de que ochenta años después, a las campanas se les añade la voz de ese heraldo conminatorio que expande la congoja aderezada con las consabidas mentiras sobre los presuntos delincuentes y fugados que se disfrazan de presos políticos y exiliados?
A saber, porque a algunos de sus herederos ideológicos les agradan las campanadas con tal de que no le meneen la poltrona.
31 de Agosto , 2018 - 17:44 pm
Tener la atención en las necedades hace que nuestro tiempo de diluya en la nada, mi tiempo y el de muchos mas está ancasquillado en una rutina demencialmente programada para la ruina en todos los aspectos que pueden conformar la prosperidad tanto económica como social de todos nosotros.
No estamos a salvo de repetirnos una y otra vez y alcanzar las mas altas cúspides de la miseria, la miseria moral es evidente, la miseria intelectual queda desnuda y la misería económica está y podrá ir a mas.
El tiempo, nuestro mísero y escaso tiempo de existencia en este lugar llamado mundo, punto azul en el universo que decía Sagan, esta lleno de evolucionados involutivos, seres que han llegado a su cúlmen existencial y retroceden y retroceden hasta la brutalidad mas primaria y con ellos nos quieren llevar.
España y sus españoles, antaño gozosos de “estar” en Europa, en el mundo, de mirarse el ombligo y de ser conocidos allende de los mares por ” me llevo dos de cada ” pasamos a aburrirnos y matar moscas con el rabo, no nos han hecho para la convivencia.
31 de Agosto , 2018 - 18:08 pm
Con la lexicología que últimamente se extiende, eso de Vic sería “contaminación medioambiental acústica”. Y la contaminación medioambiental, cualquiera que ésta sea, hay que suprimirla, ¿no? Pues venga, ya hay ahí tarea, todo sea por preservar de polución al Planeta Azul.
Otrosí, valdría la pena pensar en el censo de habitantes de esa ciudad que no comparten las tesis del independentismo; a esos se les violenta cada tarde obligándoles a oír aquello que más detestan. Cada tarde puntualmente. Eso lo llamaríamos acoso; por mucho menos se han dictado sentencias.
No creo que corramos el riesgo de una guerra civil. Hemos llegado a tal grado de imbecilidad que ni para eso valdríamos.