El rabo de la mosca

A Trajano le presentan dos cabezas de dacios

No se puede escapar del tema. Al menos este lunes no se puede. Todo gira alrededor de las primarias y todo adquiere nuevas dimensiones con el factor PS en la ensalada.

La moción de censura, el desafío catalán, las elecciones… “Se traballaran…”, que diría el filósofo popular.

¿Qué va a pasar ahora? No tengo ni idea, pero a juzgar por quienes están muy contentos, han aumentado las posibilidades de catástrofe.

En los ochenta estaban de moda las películas que encerraban algún tipo de catástrofe natural, o accidental, y en todas había un plano que daba a entender la inminencia del terremoto, del tornado o de la ruptura de la presa. Un hilillo de agua que mana del cemento, una chispa en el polvorín, animales que salen huyendo… Cuando lo ves, sabes que falta poco para que todos salgan corriendo.

En definitiva, habrá que estar muy atento a las señales. Lo que se anuncia sin reparo son las purgas internas, tan inevitables después de una refriega, como imparables cuando se dan circunstancias como las presentes.

Defenestrado de su cargo, puesto a hoja de perejil y regresado al mismo. Ése es un camino que los antiguos finalizaban con varias hileras de cabezas cortadas expuestas en picas, y el rehabilitado recorriéndolas a caballo. No se llegará a esos extremos porque hoy están muy mal vistas las decapitaciones ad pedem litterae; ahora bien, de las figuradas… nos vamos a hartar.

Tampoco hay que volverse loco. A Pedro Sánchez le han votado 68.000 militantes de un partido. Fuera de él sigue teniendo los 85 escaños en los que lo dejó ni más ni menos que el año pasado, hace ahora once meses mal contados. Se pensaba que de ese pozo había que salir con otro PSOE que aumentase el arco de votantes.

Bueno, pues ahora lo van a intentar con el mismo, y si cabe, más desunido y radical. Átame esa mosca por el rabo.

Un comentario a “El rabo de la mosca”

  1. Aureliano Buendía

    Hoy, por llevar la contraria, voy a hablar del PP. De una buena idea que han tenido (luego, ya habrá tiempo de estropearla).

    Y esa buena idea es la creación de la denominada “Oficina del Cargo”, que se constituye como una especie de departamento de “Asuntos Internos”, que permitirá que sea el propio partido el que denuncie a los sospechosos de corrupción en sus filas.

    La idea, como digo, es magnífica. La corrupción no se acabará hasta que cada partido persiga y denuncie la propia, antes que la de los demás. Y sólo cuando cada uno haya limpiado su casa, podrá volverse a buscar mierda (con perdón) en las de los demás.

    Sin embargo, también creo que esto quedará, como tantas otras cosas, en un brindis al sol. Es demasiado bonito para ser verdad.

    Para empezar, han puesto al frente de dicha Oficina a un redivivo Manuel Cobo (criatura de Gallardón, del que fue Vice-Todo). En fin, habrá que darle un margen (estrecho) de confianza.

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