La tontería y el tonterío

Los cebros y las cebras también atraviesan

Madina está dentro de ese grupo de políticos que ignora la gramática y dice “todos y todas”. Es increíble, pero es así. Se lo acabo de escuchar cuando anuncia que la ponencia política contará con ellos, porque “todos y todas estamos en el mismo barco”. No me quiero imaginar lo que puede salir de ahí si hacen el mismo caso a las normas de comportamiento como el que le hacen a las normas de la lengua.

Este desprecio al plural genérico, fruto de la experiencia de muchos siglos y de la tendencia a ahorrar palabras para decir lo mismo, se justifica por un afán de igualar los géneros, cuando en realidad los separa. Todos es más unificador que todos y todas; y además, es menos cursi, más racional, rápido y correcto.

Por el camino que nos intentan llevar estos inconscientes _ seguro que actúan sin maldad, solo sin pensar _, podríamos vivir el día de mañana la espeluznante experiencia de estar echando una cabezadita durante el documental de animales de la 2 y escuchar al doblador de Attenborough, que dice:

_ Los ñús y las ñúas se aprestan a atravesar un río infestado de cocodrilos y cocodrilas.

Si eso pasa, te despiertas de un sobresalto y te puedes golpear la frente contra el aparador. Muy peligroso.

¿Y qué hago yo, que tengo cuatro hijos y una hija? ¿Cómo les digo: “Hala, vámonos a la playa todos y toda”? O en el restaurante: “Todos tomaremos sopa y filete. Toda solo tomará merluza, que está empachada”.

Dice Nuria Espert que votó a Carmena y que ahora esta arrepentida porque su concejal de Cultura no sabe ni leer. Estas cosas hay que pensarlas antes, querida Nuria, porque entre tu voto y el de unos cuantos despistados más nos estáis dando una legislatura con cientos de bajas provocadas por los golpes que nos atizamos en la frente contra los aparadores.

2 Comentarios a “La tontería y el tonterío”

  1. Aureliano Buendía

    La herencia de Zapatero consistió, por desgracia, en algo más que una crisis económica galopante. De ésta, podremos quizá salir, con grandes sacrificios.

    Pero de la tontuna de género y de la revitalización del odio guerracivilista, tardará mucho más nuestra sociedad en librarse.

    Es algo que podrá ponerse (dentro de muchos años, naturalmente) en su epitafio:

    “Gobernó una nación a la que despreciaba y en la que no creía”. Lo sorprendente es que, si algún foráneo desconocedor de nuestra Historia reciente viera tal epitafio, creería que se trató de un dictador, que impuso su voluntad al pueblo por la fuerza.

    No quiero imaginar su cara de asombro cuando se le explique que no, que a este muchacho lo elegimos los españoles, democráticamente. Y que todavía andamos tratando de superar nuestra marca de estulticia, dando cancha a un tipo llamado Pedro Sánchez, a cuyo lado Zapatero deviene en gran estadista.

  2. Españolito de a pie.

    Pues deberia haber dicho…

    “todos y todas estamos en el mismo barco y barca”.

Comenta