El alcalde pocholo

¡Alcalde…! ¡Que se traiciona!

El alcalde de Zaragoza, ése que se parece a Giancarlo Giannini, quiere que la gente se haga fotos laicas como recuerdo de las fiestas del Pilar. Fotos donde no aparezca la Virgen, al revés de las que se hacen los fieles.

Si son coherentes, a los seguidores de la fe municipal no se les ocurrirá hacerse una foto con el Cristo de Corcovado cuando vayan a Río de Janeiro, ni en Tailandia con los Budas gigantes, ni en París con Notre Dame, y así hasta el infinito.

El primero en incumplir su doctrina es el propio Santisteve, que bien que se hizo la foto en la plaza de San Pedro con el Vaticano de fondo en la primera ocasión que tuvo.

Y es que para seguir al alcalde zaragozano no hay que ser coherente, sino gilipollas. Lo suyo es de una inconsistencia rayana con el barquillo o la oblea, pues no contento con desacralizar el Pilar, ahora quiere desmilitarizar el ejército, que es algo así como desalar la sal. A este paso acabará despeinando el peinado, por mucha gomina que le eche.

Pero claro, si dice que no quiere las instalaciones e instituciones militares en su ciudad, los ciudadanos le pueden montar una como a Ceaucesco, y entonces elige un camino alternativo. Que se quede la Academia, que se quede San Gregorio, los pontoneros de Monzalbarba y la base aérea, pero que estén solamente para formar militares de ayuda humanitaria. O lo que es lo mismo, militares que no peguen un tiro y que si son atacados se rindan con un clavel mordido entre los dientes cantando los coros de La corte del faraón.

Solo hay una manera de ser más tonto y más cursi. Teniendo un concejal que luzca en su despacho la foto de un militar. Y Santisteve lo cumple. Uno de ellos tiene colgado a Fidel Castro vestido de verde olivo en sitio preferente.

Como decía el abuelo, eso se les va con un sopapo.

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