Literatura
Y Godot que no llega
Augusto Monterroso se perdió la posibilidad de escribir también la crónica más corta de la historia. La habría conseguido en el caso de vivir hoy en España. Gracias a un híbrido entre la máquina de H.G. Wells y el Ministerio del Tiempo, hoy sabemos qué diría esa crónica relámpago monterrosina. Vean:
_Cuando despertó, las elecciones todavía estaban allí.
No, no es el dinosaurio del hondureño, sino nuestra particular representación de ese Godot que nunca llega y al que siempre se le espera. Es el más absurdo Beckett. Es nuestra metamorfosis kafkiana que llega convertida en un monstruo pegadizo que atravesado entre las piernas nos impide prosperar.
Es el Drácula nocturno que nos chupa el poco o mucho icor que nos queda tras tantos batacazos. El insaciable bebedor de néctar y ambrosía que se adueña de toda esperanza.
Y no ocurre porque exista una maldición bíblica e insalvable. Una maldición protegida por un par de harpías que revolotean a nuestro alrededor para robarnos la comida día tras día.
No. Las elecciones todavía están allí porque quienes nos sobrevuelan son unos merluzos que se creen nacidos en la laguna Estigia con los poderes de la eterna incorruptibilidad, sin darse cuenta de que llevan las espaldas repletas de hojas de tilo y la sangre del dragón apenas les protege la punta de la nariz.
Y eso sí, todos se ponen de acuerdo para que las terceras elecciones no sean en Navidad, porque una cosa es votar tres veces en domingos anónimos, y otra, cerrar la jornada de reflexión con la misa del gallo.
Es el día de la marmota, el conejo de Alicia que llega tarde por mucho que corra. Es el aleph borgiano, el paraíso perdido y el mito del eterno retorno. Son los seis personajes en busca de un autor y el propio autor en busca de argumentos.