De seda o hierro

¡Qué cosas me dice!

Resulta entrañable asistir a las discusiones sobre estrategias de seducción que mantienen Iglesias y Errejón a la vista de todos. En apariencia discrepan en torno a los métodos de conquista que emplearán para ganarse el corazoncito de los españoles. Puño de hierro o guante de seda.

Aunque su discurso final es conseguir que desfilemos al paso de la oca, todos con boina morada y con camisas a cuadros _ acuérdense de las azules, las negras y las pardas _, ahora parece que el gran problema por delante es decidir si se llega a ese fin metiendo miedo o cantando rancheras.

Qué considerados. Si se puede elegir, yo les pediría que no hicieran ni una cosa ni la otra, sino algo que realmente fuese útil, como por ejemplo, abandonar el populismo y respetar las reglas comunes de convivencia, por mucha fobia que les inspiren.

La seducción, cuando no hay cama ni amor de por medio, da igual que sea dulce o violenta. No es plato de buen gusto, especialmente para los que peinamos canas. A nadie le gusta ser engañado, camelado, cegado o deslumbrado, y menos en política.

Lo que no te ha seducido hasta este momento, va a ser muy difícil que lo consiga ahora, salvo que se utilice pentotal sódico. Claro que entonces pierde toda la gracia.

Seducir es el arte del engaño. Lo dice la etimología de la palabra, muy cercana a abducir, que es el peldaño siguiente en la graduación de la mentira, pero en cualquier caso a los dos personajes se les ve muy preocupados por todo aquello que signifique captación de votos. Que si sueldo mínimo universal, que si okupación libre, que si derecho a decidir… Vamos, todos los anzuelos para un buen negocio.

¿Guante de seda o puño de hierro? Lo que ustedes gusten. Confiemos en que no quede mucho rebaño por pastorear.

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