Ni un único pensamiento


Boadella y su generoso cartel

Boadella es más inteligente que todos los independentistas juntos y eso duele. Ante una situación así, el burro actúa de acuerdo con sus principios vitales siendo incapaz de conducirse con cordura, por ejemplo, para alegrarse de tener un vecino tan listo que hace teatro y lo sacan en los periódicos.

No. En consonancia con la estulticia a la que antes nos referíamos, el independentista va y le arroja sacos de basura, le llama facha y le corta los tres cipreses que crecían en su finca. En definitiva, su comportamiento responde al plan divino sobre los seres terrenales cuadrúpedos.

Es muy notable el crecimiento que esta especie ha experimentado en los últimos tiempos. Para comprobarlo basta recordar a Salvador Dalí, que también era muy inteligente y muy poco independentista, pero nadie le cortaba cipreses ni le cascaba esos huevos tan bonitos que repartió en varios lugares catalanes como símbolo inequívoco de la mónada primigenia.

Muy al contrario, todos intentaron aprovecharse de él, que es una forma inteligente de tratar a los genios. Si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él.

Pero estos vecinos de Boadella tienen que estar subvencionados por alguien que no quiere demasiado a Cataluña, o que cree querarla tanto como esas madres que abrazan y achuchan a sus hijos hasta que los matan.

Los vecinos de Boadella son unos burros y a tal apuesta me jugaría el pan del próximo quinquenio. Para justificar su baja dotación neuronal, Albert recrimina a los políticos imperantes sus afanes totalitarios por el pensamiento único. Es muy generoso. El pensamiento único, mal que nos pese a quienes podamos aborrecer tales prácticas, presupone la existencia de al menos uno. En la actitud de estos pollinos, con perdón para la especie, no se encuentran atisbos de vida inteligente, ni siquiera de una.

2 Comentarios a “Ni un único pensamiento”

  1. Aureliano Buendía

    Por una parte, son para preocuparse hechos como el que ha protagonizado (sufrido, más bien) Albert Boadella.

    Cuando la libre opinión de una opción política (la independentista, que es la única que puede expresarse en Cataluña) degenera en ataques a los bienes de los disidentes, podemos sentir un asomo de intranquilidad, un recuerdo de épocas que no hemos vivido y que sería mejor que no se repitieran.

    Por otra parte, podemos sentirnos afortunados, mientras los daños sean sólo materiales.

    Entre cortar cipreses y cortar cabezas hay un paso muy grande, pero no debemos olvidar que, cuando está convenientemente alimentada, la intolerancia avanza con enormes zancadas.

    En la España (?) que vivimos, todavía tendrá Boadella que estar agradecido, porque no le hayan dado unas hostias.

  2. MIRANDA

    Es cierto, querido Boss. Los del pensamiento único, sea independentista, yihadista, comunista, en realidad no suelen tener atisbos de vida inteligente debajo del pelo.

    El singular Boadella, al que tuve el gusto de conocer y expresar mi simpatía y solidaridad frente a todo cuanto lleva soportando desde hace años por parte de sus paisanos más fanáticos y cobardes, se toma el acoso con cierto desapego y distancia

    Hay que ser cafre para machacarle las higueras y cortarle los cipreses, y encima colgarle notas de “facha”. Encima le tiraron bolsas de basura por encima de la tapia, como si los del pensamiento único acabaran de enterarse de que Boadella no es un abducido tarugo como ellos, sino un libre pensante de mente abierta.

    Un concejal lo puso verde y lo tachó de “polemista” porque pidió que quitaran del campanario de la iglesia una bandera estelada.

    Cierto que estas acciones revanchistas no son graves de seu, sino que más parecen gamberradas de lerdos ociosos.

    Lo verdaderamente grave lo señala Boadella cuando habla del “rearme inquisitorial que se está viviendo en España, que hace recordar los años 80 y 90 como de gran tolerancia y libertad”

    La corrección política, la censura, los tabúes, la insufrible e injustificable superioridad moral y portavocía del Pueblo que se arrogan la izquierdona y los nacionalistas, el intento de laminar los valores familiares, las tradiciones, la práctica religiosa, el veto a los toros o la caza, el boicot de foros y redes sociales que se convierten en ejercicio de acoso y derribo de la credibilidad y respetabilidad de la gente, toda esa intolerancia , todas esas trabas a la libertad de expresión y de pensamiento son, desgraciadamente, los prolegómenos de un tiempo que nadie en su juicio querria volver a vivir.

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