Cuidar la base

Tele encendida en habitación vacía, uno de los males de nuestro tiempo

La reforma educativa es muy importante. Una de las que más. Todos tenemos algunas ideas que nos gustaría figurasen en la nueva legislación y hoy, Lunes de Pascua, es un momento oportuno para exponer las más innovadoras.

A la vista de los comportamientos infantiles de algunos adultos que llegan a cargos de importancia, sería imprescindible lograr que los niños apaguen las luces cuando salen de una habitación en la que ya no van a estar, por lo cual no necesitan que permanezca iluminada, ni quede la tele puesta, ni cosas así.

Lo mismo se puede decir del cierre de los grifos al abandonar los cuartos de baño, de finalizar la comida que se les sirve, de agradecer la sopa boba que a diario se les echa sin otra contraprestación que confiar en no ser asesinado con una katana durante la noche, y de saber lo que vale un peine.

También nos gustaría añadir otra que hiciese factible un pequeño anhelo generacional, cual es lograr que el tubo de la pasta dentífrica no quede abollado y despachurrado tras el paso por él de la grey infantil, sino que lo aprieten desde el fondo para conseguir que la pasta aflore a través de la boca programada al afecto y se deposite en el cepillo, sin necesidad de pensar que el último usuario del tubo ha sido el hijo del churrero de San Ginés. Llegado a la fase adulta, esta enseñanza es de mucho aprovechamiento.

Estas reformas no necesitan modificar la Constitución, ni pactar con Mefistófeles la venta del alma, por lo que podrían lograrse a poco que se aplace tomar el cielo, cuando ni siquiera se han tomado el último biberón.

Otro detalle. Tampoco estaría mal del todo conseguir que no arrojen al suelo los envoltorios de las chuches. Quien en su casa tenga resueltos todos estos asuntos, que se olvide de lo que ha leído y que afronte con esperanza la llegada del futuro.

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