Barato, barato
El más caro
Mientras observan nuestras patosas reacciones, mitad flower power, mitad disparatadas, ellos siguen a lo suyo, y de postre nos prometen días oscuros, porque lo que viene “será peor y más amargo”, según cita textual.
El suyo es un mensaje sin fisuras. Y al que quiera vérselas, o al que prefiera dedicarse a buscar los políticos occidentales que más contribuyeron a despertar la hidra yihadista, los van a pillar muy entretenidos, tirándose los trastos unos a otros. En cuanto a los que gritan “todos somos bruselenses”, con la bandera pintada en los mofletes como para ir al Bernabéu, tampoco les arriendo la ganancia.
Dentro de las múltiples informaciones que estos días se refrescaron con motivo del ataque en Bruselas, nos llamó la atención una que hace referencia a los presupuestos de cada una de las acciones terroristas. Considera quien las ha estudiado que la más cara de todas ellas ha sido el 11-S, la destrucción de las Torres Gemelas, para la cual, estima el experto, se han invertido no más de medio millón de dólares, una cantidad insignificante frente al daño causado en términos económicos y en vidas humanas.
Vienen después una serie de atentados como el 11-M de Madrid, o los más recientes de París, donde los terroristas solo necesitaron una inversión que rondó los cien mil dólares. En el caso de Bruselas, tras un somero estudio de lo ocurrido, el experto reduce las cifras hasta llegar a diez mil dólares, una menudencia que estremece al mundo entero y lleva el caos a media Europa. La conclusión es evidente. Han planteado una guerra para la que no necesitan grandes dispendios, al menos mientras el enemigo no les obligue a adoptar otra estrategia. Y no parece inmediato. De momento estamos muy entretenidos con el flower power, el agente causante y los observadores equidistantes.