El hombre del saco

Huelga en Toulon en 1906

El hombre del saco existe, como también el sacamantecas y el chupasangres. Cuando el adulto se lo recuerda a los niños, sabe bien que la amenaza es real porque otros anteriores han sido sus víctimas.

Éstas se dividen en dos grandes grupos. Los que pueden contar la experiencia y los que no. Al primero de ellos pertenece nuestro personaje de hoy, un niño lucense que regresa del horror para advertir de su existencia.

Su historia comienza en un punto indeterminado de la provincia de Lugo mediado el año 1905. Manuel González López, que así se llama, tiene trece años y se encuentra al cuidado de las dos vacas de la familia que pacen a su lado.

De repente dos individuos caen sobre él. Su cuerpo desaparece en el interior de un saco, que pasa a un coche y de él, a un tren. Su destino es Toulon, entre Marsella y Saint Tropez, donde pretenden dedicarlo a la mendicidad.

Manuel comparte suerte con otros nueve mozabetes llegados a Toulon desde distintos puntos con el mismo método. Como se ve, la banda no escatima recorrer kilómetros con tal de asegurarse la impunidad de sus secuestros.

Tal como Manuel explicará tiempo después, aquellos hombres le aplican un ácido corrosivo en los brazos con el fin de provocarle úlceras y llagas que luego son frotadas con ajos. Así adquieren el aspecto deseado por los explotadores y están listos para ser distribuidos por la ciudad, siguiendo precisas instrucciones de los criminales, que los vigilan en cada momento.

Meses más tarde, Manuel logra despistar la vigilancia y contactar con el cónsul de España en la ciudad, que a su vez lo remite al gobernador civil de Barcelona, Tristán Álvarez de Toledo. Éste lo recibe el 14 de abril de 1906, antes de regresar a Lugo. Aquí podrá recordar a todos que él fue una víctima del hombre del saco.

2 Comentarios a “El hombre del saco”

  1. rois luaces

    La Baba Yaga sale en la Exposición de Musorsky; otra cosa son llagas

  2. admin

    Corregido, gracias.

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