Marei y Meira

Cellán de Calvos
Gómez Vilabella

Desde que fue notorio su bombo, la grávida Indalecia Fernández Lamas, Inda para los conocidos en Samprizón de Santa María de Marei, parroquia de O Corgo, ha tenido que escuchar mil consejos y prevenciones de sus familiares, vecinas y allegadas.

Pero en los últimos meses, lo que más repiten las madres contrastadas, las abuelas de experiencia e incluso los hombres que la ven, es que Inda, joven y primeriza, debe prepararse porque vienen dos bocas que alimentar.

Ella misma sabe que allí crece más de una criatura, a poco que haga recuento de bultos. Estamos en 1893 y lo suyo, viviendo en Marei, es visitar la Virxe do Bo Parto de Cellán de Calvos, en Castroverde, de donde le separan 15 km mal contados.

Y el parto se presenta sin novedad, al menos hasta que las mujeres comienzan a extraer cuerpos de sus entrañas y finalizan después de contar el cuarto. Son, en efecto, cuatro niñas idénticas en desarrollo, tez y rasgos, tan iguales que a su padre se le ocurre hacerse con otras tantas cintas de colores y atárselas a las piernas para darles un nombre y saber las que se han alimentado y las que no.

Hay que imaginarse el revuelo en la casa y el bautizo cromático de aquellas pequeñas que bien pudieron ser Violeta, Blanca, Mariña y Rosalía, o quizás otros porque las cintas así lo aconsejaban.

La prensa española del 16 de julio de ese año recoge la noticia del embarazo gemelar monocigótico, pero añade un triste colofón, pues las cuatrillizas no han sobrevivido más allá del bautizo.

Mejor final tiene el segundo parto cuádruple registrado en la provincia. Fue en tierras de Meira, donde la hija de un guardia civil allí destinado trae al mundo a otras cuatro niñas el 1 de noviembre de 1919. Dice la crónica que todos los vecinos asisten al bautismo, realizado por precaución al día siguiente del alumbramiento.

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