Banderas
Priscilla, antiDAESH
Poco que añadir a lo dicho en tantas ocasiones después de los atentados de DAESH repartidos por tierras de tres continentes. La posibilidad de que los repitan dónde y cuándo quieran aumenta de día en día y como sus dirigentes parecen reacios a ser ellos los protagonistas de los ataques suicidas, nada permite sospechar de que cambie la tendencia.
Eso sí, en Madrid la alcaldesa ha pedido a Adif y a Aena que cuelguen en sus estaciones y aeropuertos la bandera arco iris que les espanta, ellos que van de negro riguroso y que despeñan homosexuales desde los tejados.
Las gestoras de Barajas, Atocha y Chamartín le han preguntado al consistorio si se hacía cargo de los costes y la cosa está así. Ellos ponen el mástil, si el ayuntamiento pone la tela.
Aunque al final se decidan a colgarla, haría bien Carmena en cesar a alguno de sus concejales, pues si la bandera dice que la ciudad es muy molona, los hechos lo desmienten. Allí manda un tipo al que le hacen gracia las cenizas de los judíos. Vamos, como a los de la yihad.
La alcaldesa quiere que la fiesta del Orgullo sea como las patronales de San Isidro y la Paloma juntas, o más si cabe. Al fin y al cabo, para festejar al patrón los madrileños van hasta la pradera de su nombre, más allá del Manzanares, y el año que viene la alegre muchachada tomará la Puerta del Sol con su fanfarria y sus reinonas. Más céntrico, imposible. Sol, el arco iris, la osa y el madroño. La ciudad lo pide y Carmena se lo da.
Como dice un amigo, homosexual camisa vieja, los políticos nos han confundido con “Priscilla, reina del desierto” y la horterada cabalga desbocada.
Bueno, entre la negra de DAESH y la del arco da vella, me quedo con la segunda. No hay color.