Las diferencias de Gran Fran

Hoy es una carátula falsa. Pronto se hará realidad

No se da un paso sin tropezar con el pequeño Nicolás en su peregrinar por convertirse en el Gran Fran. Se habla de él hasta en los programas de cocina y ese protagonismo, si el diagnóstico es certero, le estará proporcionando innúmeras satisfacciones.

Con absoluta seguridad todos hemos conocido personajes de la misma patología, si patológico llega a ser el afán desmedido por transformar una existencia más o menos vulgar en el epicentro de la admiración colectiva.

Los periodistas, por aquello de vivir cerca de las rotativas, las cámaras o los micrófonos, atraemos con frecuencia el interés de ese colectivo, aunque una mínima práctica profesional es suficiente para detectarlos y contrarrestarlos.

El presente caso va más allá de los estándares megalómanos, porque si todo responde a esos parámetros, el personaje se cuidó mucho de acudir a la prensa, al menos antes de tener una jugosa historia que vender. Y lo que no tiene no es solo humo. No se sabe muy bien qué es, pero humo en exclusiva, no.

La primera diferencia es evidente. Ha logrado que la prensa lo persiga a él y no al revés, que es lo habitual. Ha construido un personaje intrigante, y por muy falso que sea, tiene a toda España pendiente de sus andanzas, sus contactos, sus padrinos, sus motivaciones, su habilidad o caradura. Solo con eso ya se diferencia del resto.

No es la señora que se inventa haber sido una superviviente de las Torres Gemelas para vivir del cuento, ni el que asiste a un concierto de los Rollings y vuelve presumiendo de ser íntimo de Jagger. Él tiene historia y aunque su recorrido parece haber llegado al final, faltan coletazos por dar y falta un libro por escribir, si es que no se lo está dictando ya al negro de turno de una avispada editorial.

Un comentario a “Las diferencias de Gran Fran”

  1. MIRANDA

    Menuda sorpresa, el Boss firmando libros en El Rastrillo, con gran contento de la jet madrileña, donde se ha leído mucho tu “Navaja inglesa”, algo por otra parte natural, porque la novela está animada del espíritu de Madrid y porque es de lo más apasionante (y esdrújulo) que se ha escrito en los últimos tiempos.
    Nuestra común amiga rubia frecuentaba esta tu casa hace algún tiempo, y se puso muy contenta de saludarte, porque también está a vueltas con la Navaja. Vas a tener que preparar otra edición, meu

    Por cierto, vuelvo de viaje y me encuentro nosequé problemas técnicos para acceder al digital. Casi una misión imposible. Imagino que ya estáis al tanto. Y ahora, vamos al tema que propones, el inevitable Nicolasín.

    Siempre ha sido el nuestro un país de pandereta, casadetocameroque y patio de monipodio, pero una cosa es tener a los frikis en los circos, las corralas, los clubs de la comedia o los frenopáticos y otra es prestar un periódico serio, una radio o cadena de Tv respetable y creible, con informadores enterados….para poner en bandeja a los frikis la ocasión de contar sus paranoias, y encima pagarles un pastón.

    No somos serios, Boss. Estamos en plena decadencia rodando hacia el abismo. No es posible que un Estado entre en pánico por un vulgar caradura, un lunático exhibicionista con su baúl de triquiñuelas. Aunque muchos parezcan deseosos de creerlo, quizá porque están impacientes por dinamitar todo el invento español y que salgamos volando por los aires en mil pedazos.

    Sí, es cierto que en los medios solo cuenta el share, y que todo lo que vende bien, vale su peso en oro. Aunque sea zafio, basto o del género acémila, pero es que estamos llegando a extremos de dar como rigurosa una mera fantasía.
    O de re-escribir la Historia con tésis que convirtieron al Rey en cerebro de un golpe de estado el 23-F.
    O de avalar el disparate de Nicolasín el fantástico, un ignaro a poco que se le escuche organizar su discurso que no pasó de primero de carrera, y que intenta hacer creer que es un intermediario, un espía de altas instancias.
    O incluso de rendir pleitesía respetuosa a un aventurero con coleta que quiere llevarnos al cielo pasando por Venezuela…y con varios chanchullos ya en evidencia de que son tan casta como la casta. Si eggggqueeee….

    Cierto que hay que desparasitar la política, regenerar la democracia, desinsectizar los partidos, los sindicatos y sus rollos turbios con las empresas y la administración….cogno, boss, pero no provocando un colapso general ni destruyendo lo que tanto lucharon por levantar nuestros mayores.

    Entre los jóvenes y los desinformados, se diría que hay prisa por destruir más que por reconstruir. Y desde luego por la via del frikismo y el esperpento, no vamos a llegar a ninguna parte.

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