El refresco

Para el referéndum del 20-F se buscan dos tipos de votos, los útiles y los votos chupi lerendis. De los primeros se encarga una campaña en la que Loquillo y algún que otro troglodita nos leen artículos de la Carta cartorum con la seriedad propia del caso.
Para meter las restantes papeletas dentro de la urna, el Consejo de la Juventud de España contrató una segunda campaña basada en las maravillosas superpotencias democráticas de un refresco llamado Referéndum plus que combate la pereza y la fatiga, anima a que los jóvenes votantes se acerquen a las urnas y convierte simios despolitizados en ciudadanos concienciados.
Como era previsible, los jóvenes se lo están tomando bien, mal y regular, según el terreno donde cae la siembra. Algunos se enteran por medio de esta campaña que hay una convocatoria a urnas y otros se sienten heridos en su dignidad al ser tratados como muebles apáticos, pasotas y desinformados, pero tanto en un caso como en el otro, lo verdaderamente substancial del invento es el grado de banalización que demuestran sus creativos con el visto bueno del Consejo.
Ellos pensaron que suscitar el interés por la Constitución Europea entre dieciochoañeros era ímprobo esfuerzo, de modo que salía más a cuento infantilizar el acto de la votación, ya que en el fondo se trata de mitigar la temida abstención.
Dentro de la campaña se incluye una encuesta donde preguntan si se ha experimentado una ayuda real para vencer la apatía después de beber Referéndum plus. Las opciones de respuesta son: “Sí, totalmente / Sí / Algo / Nada / Ehhh”. ¿De qué estamos hablando? ¿Qué coña es ésa de la Constitución Europea? ¿Hay una nueva bebida con burbujas en el mercado? ¿Estrasburgo te da alas? ¿A qué huelen las nubes?
Con tanta manía de enseñar deleitando acabaremos por confiar la cátedra de Física Cuántica a Epi y a Blas.

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