Archivo de Noviembre, 2019

Lodeiro, el músico culé

Viernes, 29 de Noviembre, 2019

Hace hoy cinco años se volvía a escuchar el primer himno del Barça, escrito por este músico de Mondoñedo

LA RÚA MOSCAS está en Os Muíños, muy cerca del Pasamento. Cuando aún faltan tres décadas para acabar el XIX corre por ella un chaval al que su familia encauza hacia la carpintería.

Se llama José Antonio Lodeiro Piñeiroá (Mondoñedo, 1868) y se supone que el oficio en el que se le instruye es también el de su padre, Benito Lodeiro, o el de alguno de sus abuelos, José Lodeiro, que es vecino de Santo André de Masma, o Ramón Piñeiroa, que hace por la vida un poco más lejos, en San Xoán de Vilaronte, ya en tierras de Foz.

Pero el chiquillo está destinado a tocar otras maderas, las que se utilizan para las batutas. Los responsables de tan brusco cambio de dirección son su tocayo José Antonio Ramos Gasalla, llamado o Refaixeiro, de quien da noticia Andrés García Doural, y Hermenegildo Mancebo, que dirige la banda de Mondoñedo y que lo convierte en clarinetista.

Dentro del abanico de posibilidades, una banda militar parece un lugar adecuado para sobrevivir y prosperar. Lodeiro deja Mondoñedo y se integra en el Regimiento de Murcia, de guarnición en Lugo. Luego consigue aprobar los ejercicios como músico de segunda y en tales condiciones cambia de residencia para residir sucesivamente en Gerona, Figueras y Barcelona, dentro de los regimientos Asia y Alcántara.

Y al tiempo que se consolida en su trabajo, envía a Mondoñedo piezas que le reclaman o que él idea, como la del Corpus Christi, o composiciones de gaita para Os Pacheco, o para otras formaciones, como la de Ortigueira.

Pero su anécdota vital ocurre en 1910, el año en el que el Foot-ball Club Barcelona gana las tres competiciones en las que está inscrito. Dicho en argot actual es el primer triplete, aunque en 1910 nada de tripletes se habla.

El Barça que preside el alemán Otto Gmelin acaba de ganar el Campeonato de Cataluña, la Copa de los Pirineos Orientales y el Campeonato de España 1909-1910. Los tres triunfos, nunca antes conquistados, merecen la creación de un himno, que al mismo tiempo será el primero de un club de fútbol español.

El 17 de julio de 1910 va a disputarse un encuentro en el campo que el club tiene en la calle de la Industria, donde también habrá atletismo para festejar la magnífica temporada. Se ha dispuesto que se enfrenten los jugadores del primer equipo del Barça contra los del segundo, para que todo quede en casa. Los veintidós convocados oyen por primera vez el Foot-ball Club-Barcelona Himno Marcha, así bautizado por su compositor.

Como decíamos, tanto el concepto del triplete como el propio estreno del himno son incorporaciones posteriores, pues los lectores de La Vanguardia del día siguiente apenas se enteran de nada de eso, ya que lo destacado por el periodista es que ha sido una tarde de mucho calor. No obstante, el hecho concreto es que el himno se estrena con la banda militar formada en el centro del campo y que es coreado “con los típicos hurras”.

El 21 de septiembre de 1915, la junta directiva del Barcelona decide imprimir la partitura de Lodeiro y repartirla entre los aficionados en partidos especiales. Éste de Lodeiro con letra de José Albert estará vigente hasta el 25 de febrero de 1923. Luego se pierde.

El causante del redescubrimiento es Xabier Andrés Garrote, vecino de Ortigueira, que encuentra una partitura manuscrita para piano entre los papeles de su padre, un hombre que ha formado parte de la escuela de gaitas de aquella localidad.

El 28 de noviembre de 2014, en el Museo del Barça, y el 5 de agosto de 2017, en Mondoñedo, el himno de 1910 vuelve a sonar en homenaje a su compositor.

Germán Alonso, padre de los Pimenteles

Jueves, 28 de Noviembre, 2019

Hace hoy 95 años se inauguran las instalaciones de la Gota de Leche que él dirige

SE CUMPLEN HOY 95 años de la inauguración de la Gota de Leche en la Casa provincial de Maternidad y Expósitos que ocupa la Casa da Viña, es decir, el Castel Gandolfo de los obispos lucenses, antes de convertirse en casa-cuna.

En ese 27 de noviembre de 1924 su director es el doctor Germán Alonso Hortas (Lugo, 1881), casado desde el 11 de febrero de 1917 con la viuda de Luis Vázquez Barreiro, Consuelo Fernández Pimentel Díaz, madre de los Pimenteles.

Persona queridísima por sus pacientes y por todos quienes lo conocen, fue decisivo para encauzar las carreras de sus hijastros, que siempre lo tuvieron como padre. Luis, el poeta, Carlos y José trabajarán con él en el sanatorio familiar de la calle Bispo Aguirre.

Fole afirma que el sanatorio Pimentel dispone del segundo aparato de Rayos X de la provincia, siendo el primero el de Manuel Pardo Baliña.

La inauguración de la Gota de Leche tuvo su gracia. Además de Alonso como director, el acto cuenta con la presencia del abogado Manuel Pardo Pallín, su administrador, y de dos médicos, Ángel Roca Novo, que más tarde la dirige, y el doctor Gallasa.

Acuden el gobernador civil, Varela de Limia y Menéndez; el presidente de la Diputación, Montenegro; el vicepresidente Peña, los diputados Pozzi, Diez Cortón, Velayos, González Lenza y Castiñeiras; el presidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, Sanjillao, y la prensa. Antonio de Cora, por El Progreso.

Se inicia el recorrido en la habitación de los niños destetados. Alonso explica la compra de las cuatro camas existentes gracias a la Diputación. Son pocas, pero se estirarán hasta donde lleguen. Por ejemplo, solo se ocupan tres y la cuarta queda para los casos urgentísimos.

Los partos se realizan delante de otras mujeres embarazadas y algunos alumbramientos se aceleran por contagio.

También visitan el cuarto de las amas, donde ocho orondas mujeres dan de mamar a dos o tres niños cada una, “sentadas en butaquitas de mimbre, formando media circunferencia, risueñas y coloradas”. Antes, cada mujer daba el pecho a cuatro mamones. Hay que contratar a más, dice Alonso.

La Casa todavía dispone de un torno de la vergüenza, que también se visita. Todos opinan que debe desaparecer.

Más niños, ocho o diez, están a cargo de una mujer mayor. Una sala con otras cuatro camas se destina a las que están a punto de parir. Pueden usarse desde el séptimo mes de embarazo.

La Gota de Leche propiamente dicha está en el sótano, en otros tiempos cocina o cuadra. Ahora tiene las paredes blanqueadas y se han abierto ventanas.

Allí existe una esterilizadora, una filtradora, una máquina de llenar biberones, y otros aparatos auxiliares. El poncio las inspecciona una a una y Alonso se las explica. Entonces se decide ponerlas a funcionar. El gobernador Jacobo Varela de Limia se sienta cerca de la desnatadora. Quiere ver cómo funciona.

Y tanto que lo ve. De la máquina surge un chorro de leche que se dirige directamente al sombrero y los pantalones del señor gobernador. Antonio de Cora comenta con gracia el chusco episodio. Es como el champagne que se estrella contra un barco al ser botado, pero siendo la Gota de Leche lo que se inaugura…

Germán Alonso morirá en plena guerra, el 7 de julio de 1937, y su mujer, en enero de 1945. El médico seguía siendo director de la Maternidad. Deja escritas varias obras médicas y un Catálogo de los fondos de la Biblioteca Pública Provincial de Lugo.

El soldado Pino huye de los rifeños tras dos meses prisionero

Miércoles, 27 de Noviembre, 2019

Hace hoy 98 años regresa con tres compañeros a las líneas españolas y cuenta su cautiverio

EL DESASTRE DE Annual en la guerra del Rif engloba una serie de enfrentamientos, huidas y masacres que se citan como una de las más dolorosas derrotas de los ejércitos españoles en todos los tiempos.

El Desastre incluye la matanza del monte Arruit, cuando alrededor de tres mil soldados son acuchillados y muertos por rifeños después de rendirse, en un acto vil y despreciable sin parangón en los tiempos modernos.

Dos meses más tarde, en octubre de 1921, Monte Arruit es reconquistado por las tropas españolas y todavía entonces los militares que entran allí se encuentran los cadáveres de sus compatriotas a lo largo de todo el campamento, amontonados o simplemente dejados en el lugar donde habían sido asesinados, ya que no se puede hablar de batalla donde solo hubo una ataque contra gente desarmada.

Otro resultado de Annual fue la infinidad de prisioneros que los rifeños mantuvieron durante meses en la franja sur de Nador y Melilla, en muchas ocasiones casi a título individual, haciéndoles trabajar en sus tierras, martirizándolos o sirviendo de burla y entretenimiento para sus mujeres y niños.

En ese ambiente, tal día como hoy de 1921, aparecen en Monte Arruit y Melilla cuatro soldados que dicen haber escapado de sus respectivos carceleros, unos con gente de Annual y otros, de Talilit.

Se trata de los soldados de la 4ª Compañía, II Batallón, Regimiento Ceriñola 42, Félix Aloza García, natural de Zaragoza; Eugenio González Pérez, de Ciudad Real, Telesforo Fenoll García, de Valencia, y Francisco Pino Lombardero (Lugo, 1901?).

Los 151 soldados del Ceriñola estaban al mando de los tenientes Leopoldo y José Aguilar de Mera, y Federico García Moreno.

A los cuatro los acompaña “el moro” _ tal como era la denominación de la época _, Abd-el-Moli-Kaddur, conocido rifeño colaborador con España. Dicen que cada uno por su cuenta habían decidido escapar aprovechando la poca vigilancia que se ejercía sobre ellos en los tres meses que duró su cautiverio. Y muy especialmente en las últimas semanas.

Informan que tanto ellos como el resto de los prisioneros tenían en este tiempo bastante información sobre los avances de las tropas españolas porque leían El Telegrama del Rif con cierto retraso, ya que las páginas de este periódico servían para envolver los suministros que les llegaban, de modo que entre frutas y verduras aprovechaban para enterarse de la marcha de la guerra.

Los soldados cuentan que un corpulento moro negro al servicio de Abd-el-Krin que al igual que otros muchos, viste la guerrera de un oficial y hace continua ostentación de un sable, con el que golpea a los que se carcajean al ver su grotesca figura, que él cree muy bizarra, pero que a los españoles les parte de la risa. Aún así, les recomendaban escribir a sus casas, más como una acción de propaganda, que de consuelo.

Aseguran, como ya hicieron otros que recobraron antes la libertad, que las mujeres y sus hijos se complacen en escupirles, insultarles y apedrearlos a todas horas.

Dicen haber visto a Abd-el-Krin en diversas ocasiones, a quien le hacen saber el mal comportamiento de las moras.

El soldado Telesforo Fenoll difiere de estas versiones, pues en su caso, quien lo retiene como prisionero en Dar Kebdani, cerca del Monte Arruit, le hace objeto de muy buen trato, hasta el punto de no haberle obligado a trabajar ni un solo día.

Cuando este extraño carcelero lo pone en libertad días antes, le da un gran abrazo de despedida.

Lence sale de Miranda a pie para dirigir Viena Capellanes

Martes, 26 de Noviembre, 2019

Hace un siglo, la prensa madrileña reconoce su éxito comercial

HACE UN SIGLO, la sección del periódico madrileño El Día que firma Modesto Pérez y que se titula “Los grandes triunfadores”, está dedicada a Manuel Lence Fernández (Castroverde, 1878).

¿Y quién es este lucense que merece tal honor? Si el triunfo es el resultado de escalar posiciones en la vida, la respuesta ha de ser que Lence recorre en sus 41 años de existencia los escalones que conducen desde la más absoluta miseria hasta la riqueza.

Manuel nace en Santiago de Miranda, la parroquia donde lo hará 32 años después Enriqueta Otero. La de Lence es una familia muy humilde y esa condición le lleva a forjarse planes para la superación.

Tanto es así que a los doce años, en 1890, toma rumbo a Madrid, a donde llega semanas más tarde a golpe de calcetín.

Su disposición para hacer lo que sea lo lleva hasta la empresa panadera que los hermanos Baroja, Pío y Ricardo, tienen en la calle de la Misericordia número 2, esquina a Capellanes, la creada en 1873 por Matías Lacasa, marido de Juana Nessi y Arrola, la tía de los Baroja.

En resumen, la empresa que hoy mantiene la fama desde entonces bajo el nombre de Viena Capellanes.

Solo tres años después, cuando el oficial encargado abandona la firma y Manuel tiene quince de edad, lo eligen para sustituirlo, lo cual nos habla a las claras de la predisposición natural del chico para la administración, el orden y el trabajo.

Cuatro años en ese cargo lo separan de los 19, o sea, del llamamiento a filas dentro de la Infantería de Marina. Alguien se tuvo que mover en las altas esferas para que Manuel siguiese más cerca de la tahona que de los fusiles.

Es regente de los Baroja hasta el año 1910, cuando Viena Capellanes es tienda y horno únicos de la calle Preciados. En ese momento se hace con la propiedad de la firma, porque los Baroja, de negocios, como que no.

En los nueve años siguientes multiplica por esa cifra los locales: Arenal, 30; Genova, 25; Mendizábal, 34; Preciados, 19; San Bernardo, 88; Marqués de Urquijo, 19; Toledo, 66; Alarcón, 11 y Martín de los Heros, 33, con una plantilla de 264 operarios.

La flotilla de vehículos también empieza a ser importante: dos coches de mulas y dos automóviles.

En 1916, muere en Miranda Manuela Fernández de Lence, madre de Manuel, y en 1917, su hermano Francisco.

Es entonces cuando Lence lleva a cabo una campaña de promoción que será un éxito. Regala entre sus clientes cartillas de 5 pesetas del Ahorro Postal por cada cien de tickets. Al final ha entregado 2.509 cartillas que le suponen un gasto de 12.500 pesetas, y ha ingresado un cuarto de millón.

Además, la Caja Postal le concede la medalla de plata de la entidad por fomentar el ahorro, y por si fuera poco, se habla de Viena Capellanes en toda España. Tres años después, las cartillas repartidas llegan a 15.000, así que hagan ustedes los números.

Si de Pío Baroja se decía que era hombre de mucha miga, por su literatura y por la panadería; de Lence se destaca su lucha contra el caciquismo y sus ayudas a la educación en Miranda, donde obtiene permiso para levantar una escuela.

Viena Capellanes permanece desde entonces vinculada a la familia Lence. Primero en manos de Antonio y Ricardo Lence Mora, sobrinos de nuestro personaje de hoy, y en la actualidad, por Antonio Lence y el resto de sobrinos nietos de aquel hombre que salió a pie de Mirada dispuesto a coronar el éxito.

Curiosamente, hay un dicho referido a la parroquia donde nace que afirma: “Se vas a Miranda, leva o pan na manga, e un coitelo pra cortalo”.

Bacurín, barbero, soldado, rico, mendigo y centenario

Martes, 26 de Noviembre, 2019

El 22 de noviembre de 1914 resbala en Madrid y los médicos descubren que pasa de los cien años de vida

NO ES FÁCIL seguir la pista de un aventurero un siglo después de sus andanzas, salvo que haya tropezado con un periodista para contarle su vida. Tal es el caso de Domingo Arias Garaloces (Lugo, 1813), posiblemente nacido en la parroquia de San Miguel de Bacurín, pues Bacurín es el apodo con el que se le conoce a lo largo de su dilatada existencia.

Sí, porque el auténtico motivo para ser recordado en este álbum es la combinación que logra entre vida nómada y longevidad, entre frugalidad y salud.

Cuando el mendigo Domingo Arias Garaloces ha vivido ya 101 años, el 22 de noviembre de 1914, resbala en una calle madrileña y debe ser atendido en el Hospital Provincial, donde descubren su edad.

A los médicos que le atienden una leve herida en una pierna les llama la atención que conserve todo el pelo, que aún siendo completamente blanco, es abundante y fuerte. También tiene todos los dientes de la mandíbula inferior y solo le faltan algunas piezas de la superior.

Con la cabeza bien amueblada, el oído perfecto y el habla clara y diáfana de marcado acento gallego, flojea un chisco en memoria.

En esos momentos duerme en plena calle, unas veces en el Salón del Prado, y otras, alrededor del Retiro. Jamás ha tenido enfermedad grave. De joven fue barbero y estuvo casado con una mujer de la que solo sabe que se llamaba Francisca. Cuando ésta muere, hace más de medio siglo, se casa con Juana Casal Fernández, viuda de un capitán de Infantería que le llevaba 45 años. Domingo también era varios años mayor que ella.

Al recordar a Juana, Bacurín se enternece, llora y junta las manos con desesperación “recordando el rinconcito del cementerio del Este, donde descansan los restos de la fiel compañera hace ya catorce años”, cuenta el reportero.

Hacia 1878, en Lugo vive Andrés Arias Garaloces, probablemente hermano suyo, que establece una agencia para sustitución de quintos, es decir, para hacer la mili de otro a cambio de dinero, en Campo Castillo, 51, trasladándose luego a la Travesía de la Muralla 3, también llamada O Cantiño como hoy.

En julio de 1893, el juzgado cita a Domingo Arias y a Juana Casal Fernández, ausentes de Lugo, en posible paradero americano.

Sí, pero ya no está. Había ido para ser soldado durante ocho años en Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico y México. También vive la guerra de África.

Conoce seis reyes y una república. Solo tiene un hijo de Francisca que toca el clarinete en la Banda Municipal de Lugo, y una hijastra de Juana, a la que llama sobrina.

Bacurín fue rico, pero se arruina y debe criar cerdos en un corral de Vallecas, “que se lo lleva el diablo”.

“Conoció a Alfonso XII, la República, Isabel II, Amadeo y María Cristina, la Reina gobernadora. Según la cuenta, tenía veinte años a la muerte de Fernando VII; pero no recuerda de éste. Por tanto, en los primeros años de la vida del centenario funcionaba aún la Inquisición, pues sabido es que el último auto de fe se dictó en Orihuela el 21 de julio de 1826. Tenía diez años cuando Riego fue ajusticiado, y en su época murieron también Manzanares, Torrijos y Mariana de Pineda”.

Al enviudar por segunda vez, solo le queda la opción de pedir limosna. Ahora, con 101 años a cuestas su ilusión es ingresar en el asilo que hay detrás de la plaza de toros.

Al conocer sus peripecias, la prensa de Lugo sugiere que “bien pudiéramos hacer algo los lucenses por este pobre viejo, para evitar que se vea en tan triste desamparo”.

¿Hasta qué edad vive Bacurín? Pinta tiene que bastante más.

Fraga, el hombre con un currículo de libro

Martes, 26 de Noviembre, 2019

El político de Vilalba habría cumplido ayer 97 años

A ESTE PERSONAJE resulta muy difícil trazarle una biografía porque no cabe. Y no digo que no quepa en esta exigua sección, sino en cualquier publicación razonable, salvo aquellas que adquieren medidas enciclopédicas.

Manuel Fraga Iribarne (Vilalba, 1922), que ayer habría cumplido los 97 años de vida, se desborda por todos los lados y no hay manera de contenerlo.

Siendo presidente de la Xunta, a su departamento de prensa se le ocurre publicar el currículo del jefe, por aquello de tenerlo todo reunido, empaquetado y listo para facilitar a quien lo pida en cada momento, en lugar de encogerse de hombros y exclamar: ¡Ufff! ¡Qué cosas más extensas me solicita usted!

Supongo que detrás del proyecto estaría Jesús Pérez Varela, el famoso ¡Varela! de aquella escacharrante comparecencia ante las cámaras en la que Fraga amenaza con levantarse e irse si las cosas no marchan como a él le plazca.

¿Ven cómo se desparrama?

Bueno, pues ese currículo que en la mayoría de los casos, estirando estirando, da para cuatro o cinco folios _ si el personaje es cumplido en vida y abundante en obra _, adquiere en el caso de Fraga ¡la categoría de libro! Y así se publica.

Dicho todo lo anterior, se pueden ustedes imaginar lo poco que va a entrar aquí del villalbés. Pero a lo mejor entra algo poco conocido.

Por ejemplo, la primera vez que El Progreso se ocupa de MFI, s.e.u.o., fue el 4 de octubre de 1935 para informar de la solemne apertura de curso en el Instituto de Vilalba. Fraga tiene doce años y ya es uno de los protagonistas del evento.

Presididos por el director Alfonso Vázquez Martínez, se encuentran en el salón personajes como el alcalde Antonio Peña Novo, el cura ecónomo Francisco Villarino Lodos, el notario José Roán Tenreiro, el juez de Primera instancia Sebastián Martínez-Risco Macías _ que presidirá la Real Academia Galega _, el médico forense Eugenio Basanta Silva y los profesores.

El niño Fraga va a recibir el diploma por la Matrícula de Honor del curso pasado, y con él, Rosa Nistal Reñones, Cándido Cascudo Ramudo. Celso Currás López, Vicente Quintela Prieto y Blas Criado de la Fuente.

Otro dato para la historia. En esta primera aparición pública de MFI, se pronuncian frases emocionadas del presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora y se interpreta por la banda Antigua Municipal el Himno de Riego.

Aquel mismo curso va a dar pie para que el niño Fraga, ya con trece años, pronuncie en el Ateneo Cultural sus primeras palabras en público _ o eso creemos _, con motivo del homenaje que Vilalba le rinde a Ramón María del Valle Inclán, el 11 de marzo de 1936 dos meses después de su fallecimiento.

El director del Instituto y Martínez Risco vuelven a estar en el Ateneo que preside este último, para escuchar los poemas valleinclanescos que recitan tres alumnos destacados, Domingo Apenela Rodríguez, Carmen Peña Rodríguez y MFI. ¿Qué poema le tocó a Fraga? Apostamos a que fue el más largo.

Lo que sí sabemos es que aquel curso del 35/36, prólogo del verano airado, termina en Vilalba con premios extraordinarios para Manuel Fraga Iribarne y su hermana María Dolores, para Francisco Villanueva, Rosa Nistal Reñones, Cándido Cascudo Ramudo y María Prieto Alonso, nombres y apellidos de amplias resonancias.

Éste fue el pistoletazo de salida para la actividad de este hombre enérgico, imparable y autoritario; el único del mundo que deja plantada a Ava Gardner para tomar una copa con ella, porque tiene mucho que hacer…

Reija, el defensa de los Cinco Magníficos

Lunes, 25 de Noviembre, 2019

Se cumplen los 50 años desde que el jugador nacido en San Roque deja el fútbol

AUNQUE NACE EN la calle de San Roque el 25 de noviembre, Severino Reija Vázquez (Lugo, 1938) no guarda ningún recuerdo de la ciudad. Es lógico, porque con un año su padre, que era trabajador de Renfe, traslada el domicilio familiar a la capital coruñesa, y allá se van él y sus cinco hermanos.

Eso sí, después ha visitado muchas veces Lugo, donde hoy tiene parientes, y ha pateado el camino de Santiago en una docena de ocasiones. El próximo lunes cumple 81 años.

Tras pasar por el Salesianos coruñés, se hace jugador del Oza juvenil y de ahí, al Deportivo, donde está dos temporadas en Segunda División. Comienzan a conocerlo como Pitín, de pito, pollo pequeño, rápido por la banda y de corta estatura, 1,65 m. Con él nace el modelo de jugador que hoy se identifica como carrilero.

Eso es suficiente para que en 1960 dé el salto a Primera con el Zaragoza, donde su entrenador, César Rodríguez, le cambia el apodo llevado desde Galicia por otro más mañico, Pitico, aunque la esencia original se conserva intacta.

La culpa de su ascenso a Primera la tiene el vicepresidente del club, Ángel García Muniesa, que entonces se dedica a la venta de prendas confeccionadas y casualmente abre sucursal en A Coruña. Allí conoce la fama de ese defensa tan veloz y se lo lleva. También es Muniesa quien ficha al otro gran defensa gallego del Zaragoza, Cortizo, surgido de las filas del Celta.

Los positivos rumores sobre Reija los confirma Rosendo Hernández gracias a un partido amistoso en La Romareda entre el Zaragoza y el Dépor, que se organiza para analizar de cerca al defensa lucense. Severino se comporta como esperan los analistas y finalizado el encuentro, ya es futbolista del Real Zaragoza. Estamos en 1959. Hace sesenta años.

Sin embargo el muchacho está cumpliendo el servicio militar y ha marchado de la retreta sin dar explicaciones, por lo que se le considera prófugo a todos los efectos. La directiva del Zaragoza se mueve para disculparlo y regresado a filas, Reija acaba su compromiso con el Ejército. Así puede vestir de nuevo la camiseta del club maño, que gracias a él, a Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra, va a vivir su época de oro, la de los Cinco Magníficos.

Con Lapetra, Severino establece una sintonía especial. Cuenta Carlos Puértolas que “formaron la mejor banda del fútbol español durante más de un lustro. Mantienen un código muy personal. Si Lapetra tenía el balón, Reija salía como una bala rumbo a la línea de fondo porque sabía que el balón marcharía directamente al pie, medido y perfecto para hacer el mejor centro y que cualquier delantero o el propio Carlos (Lapetra) hiciesen gol”.

Como internacional debuta en 1962 frente a la desaparecida Checoslovaquia. En el equipo se alinean jugadores como Gento, Suárez, Del Sol, Santamaría y Di Stefano. Con la selección juega veinte partidos, entre ellos, los mundiales de Chile (1962) e Inglaterra (1966), y la famosa Eurocopa de 1964 que España gana a Rusia.

En la década de los sesenta _ la que Severino dedica al fútbol _, existe en A Coruña una Peña Reija que le rinde homenaje y que lo recibe en la ciudad cada vez que acude a jugar el Zaragoza. Su finalidad, además de su vertiente deportiva, es socorrer pequeñas necesidades, como hace en 1969 cuando viene a jugar contra el Dépor y la Peña aprovecha para entregarle una silla de ruedas a un muchacho impedido de Santa María de Oza.

Este año se cumple el medio siglo desde que Severino cuelga las botas. Hoy en Zaragoza dirige un grupo de boutiques de moda.

Gonzalo Becerra, bajo tierra todo el franquismo

Jueves, 21 de Noviembre, 2019

Espera a vivir el 20N de 1975 para morir él, tras 40 años escondido en As Nogais

LA VIDA DE un topo es fácil de resumir. Nace, teme, se esconde y muere. En el caso de

Gonzalo Becerra Souto (As Nogais, 1910), lo fue durante casi cuarenta de los 66 años que vive, pues no le importó que tal día como hoy de 1975 muriese el hombre que le inspira tanto terror y prefiere seguir siendo topo hasta su propia muerte, sucedida poco después, el 12 de febrero de 1976.

Pero Gonzalo Becerra quiso dejar negro sobre blanco su experiencia, un conjunto de papeles manuscritos con los que hoy se puede llenar ese enorme vacío que supone en la vida de cualquier hombre apartarse de la sociedad. Creemos que esos siete kilos de material están al cuidado de la Consellería de Cultura.

Gonzalo no puede figurar en el libro que Jesús Torbado y Manu Leguineche escriben con el testimonio de estas personas, el que les da nombre a todas, Los topos. No puede porque no se hace visible y porque muere cuando Torbado y Leguineche están entrevistando a los escondidos recién aflorados.

El tema vuelve hoy a la actualidad de los medios con el estreno de la película La trinchera infinita, de Garaño, Goenaga y Arregi, que lo aborda.

Conocí la vida de Gonzalo el año 2002, cuando fuimos a rodar a San Xoán de Viladicente unas secuencias para El Grial de Ancares sobre Luis Becerra Chao, el caballero cubierto que le extrae una muela a la reina Isabel II, presa de dolores a su paso por As Nogais.

Por allí contactamos con Ramón Fernández, tataranieto de Luis y pariente de Gonzalo, que nos contó las dos historias. Una, al pie del sepulcro de Luis para ser grabada; la otra, a escasos metros de la casa de Chao, donde Gonzalo se enclaustra de por vida, para ser escuchada.

Anarquista, había sido cantero en Francia y luego conductor de un camión minero entre Fabero y Ponferrada, pero en agosto del 36 está en Viladicente con sus hermanos Manuel y Ovidio, y sus padres, José y Rufina. Es Rufina quien observa la presencia de soldados de Franco que hacen la leva entre los mozos de As Nogais y anima a los tres hermanos a escapar.

A partir de entonces, Gonzalo se adapta a vivir en un espacio excavado de dos metros cuadrados al que se accede de culo para poder salir de cara. Por la noche estira las piernas y da algunos sustos a quienes no se lo esperan. Rufina lo atiende, pero José, el padre, pena con cárcel el silencio sobre su hijo.

Ovidio crea en Madrid una empresa de transportes y Manuel, después de años de acompañar a Gonzalo, vende aparatos de radio bajo una identidad falsa. Ovidio le trae papel y novelas del Oeste, donde él puede leer relatos de grandes cabalgadas en las inmensas llanuras americanas desde su cueva de 2×2, y llevar la imaginación más allá de esa frontera infinita que ha elegido para autorrecluirse.

Los hermanos también dicen que lo suscriben al Ya _ es de suponer que con nombre supuesto _, pero el periódico de la Editorial Católica nunca llega a la casa de Chao. Vaya usted a saber por qué.

Creen probable que Gonzalo hubiese entrado en contacto con el guerrillero anarquista de San Miguel de Vilarello (Cervantes) Lisardo Gutiérrez Alba, alias Abelardo, alias Digón, que luego se une a Castro Veiga, O Piloto; pero no es del todo seguro.

La biografía de Gonzalo es la de un perdedor, pero al menos logra un pequeño triunfo, pues sobrevive a Franco dos meses y medio. Los últimos años repite como una letanía: “Está al caer, está al caer”. Y espera a oír la noticia para morir él.

La placa de su tumba recuerda su triste vida “escondido en casa de Chao”.

Oroza, el rapsoda que zarandea al espectador

Miércoles, 20 de Noviembre, 2019

Nace en Burela y muere en Vigo el 20N de 2015

HAY POCA UNANIMIDAD en las biografías de Carlos Oroza Fernández (Burela, 1923). Muchas lo hacen nacer en Viveiro en 1929, 1931, o en el 1933. Y lo mismo pasa con el día de su muerte, 19, 20 o 21 de noviembre de 2015. Cuando se lo preguntan a él dice que fue el año 1932 en Burela, antes de ser municipio.

Carlos y su obra fueron escurridizos. ¿Quién sabe su segundo apellido? Jamás se cita.

“Me llamo Carlos Oroza y estuve en los mapas de los precios clandestinos”.

En 1967 Blanco-Amor lo localiza en el Gijón y Carlos lo invita al recital que va a dar. Lo ve como un rapsoda “esguío, larguirucho, huesudo, pelo negro revuelto, ojos entre alocados y visionarios. Jersey rojo, sin chaqueta, sin corbata, claro, asoma entre telones y es recibido con “vivas a la libertad” (¿a cuál?) y mueras a la guerra del Vietnam”.

Está describiendo el recital que Oroza ofrece en el Colegio de Areneros, el centro de los jesuitas de Madrid, el 14 de abril de ese año. Pero ¿qué dictadura es ésta? Los jesuitas celebrando el advenimiento de la república con Carlos en el escenario y la guerra de Vietnam como objetivo predilecto. Y por si fuera poco, al final de su artículo Blanco-Amor recomienda a Oroza que se prodigue en provincias para agitarlas poéticamente, como excelente rapsoda que es. Y Franco en las berzas.

No es demasiado extraño que Jimmy Giménez-Arnau lo mate en el libro Yo, Jimmy, a pesar de que se conocían como amigos, porque Carlos fue siempre como el Hombre Enmascarado, el Espíritu que Camina, mitad Gassman, mitad Dante Alighieri. Manolo Sicart le ayuda a que camine y José María Lopez Bourio lo ve escribir a través de su ventana en una vieja casa con huerta de la calle del Sol, hoy San Froilán, detrás del prosaico cuartel de San Fernando.

Umbral le da fama de ser un toro sexual en su insignificancia física. Según él, es “un gran poeta que se salvó de la poesía oficial. Y luego está su prodigiosa manera de decir los versos. Es el único que ha devuelto la poesía a su origen sagrado y violento de la creación, de blasfemia, de luz sonora y querulante, de salmodia macho y palabra suelta, sola, perdida, reflexiva. Otra vez un rapsoda, un aeda, pero haciendo astillas la lira griega”.

Son retazos de la vida de Oroza que se quedan grabados porque llegan a los oídos con la fuerza que él da a todo lo que toca. Qué paradoja, el hombre más enclenque es también el más fuerte.

Oroza destila carácter y fue el mejor antídoto contra la indiferencia. Es imposible haber asistido a uno de sus recitales y no recordarlo toda la vida como una sacudida a varios sentidos, especialmente al del oído. Por eso, al final, podía salir a hombros del respetable que lo paseaba cual si fuese Carlos Arruza y no Carlos Oroza. ¡Torero, torero! Por algo el Pueblo Gallego se equivoca y titula a tres columnas: “Carlos Aroza”.

En 1975, antes de declinar el general, se encuentra en Pontevedra un público poco receptivo a su poema Se prohíbe el paso _ contra el Desfile de la Victoria _, y quieren lincharlo, o detenerlo, o inmolarlo.

Los amigos se las ingenian para salvarlo y es sublime ver cómo aquellos arriesgados se hacen pasar por policías antes de que lleguen los auténticos y cogiéndolo por ambos brazos se lo llevan en volandas del escenario del Teatro Malvar, como si fuesen directos al calabozo. Magnífica actuación nunca bien ponderada. Eran los hermanos Manolo y Ánxel Vázquez de la Cruz, organizadores del recital. Carlos y Franco morirán el mismo día, un 20-N, cuarenta años mediante.

Modia, el hombre que cambió la Copa Davis

Martes, 19 de Noviembre, 2019

Hoy comienza la nueva fórmula creada por Kosmos Tenis de Gerard Piqué y su mano derecha lucense

HOY COMIENZA UNA nueva Copa Davis, nueva del todo, porque se jugará en un solo lugar, Madrid; con 42 millones de euros en danza y una afluencia de cien mil personas, por decir algunas de las cifras más sobresalientes de esta fórmula a estrenar.

Seguramente el lector conserva en su retina una fotografía publicada el día siguiente a saberse quién obtenía los derechos de organización de la Copa. En ella se ve a Iván Modia Yáñez (Lugo, 1979), con paso ligero y exultante de alegría, al frente de un grupo de personas en el que se distingue a Gerard Piqué, también contento, pero menos que el lucense.

La imagen, sabiendo interpretarla, vale las mil palabras de marras porque condensa todas las ilusiones, los esfuerzos y trabajos que Iván puso en el proyecto desde aquel segundo encuentro en 2016 con el futbolista, cuando éste le propone subirse al barco del Kosmos Tennis, del que hoy es director de Operaciones, en directa traducción de su título en inglés.

Iván dice que sí y Piqué le explica que si el éxito les acompaña, el 18 de noviembre de 2019 iba a ocurrir lo que hoy se celebra. No cuentan con que una semana antes haya elecciones generales en España, pero a lo mejor sí que Barcelona iba a estar convulsa en esas fechas. Por eso Piqué no tiene dudas en quedarse con Madrid, que para algo es la capital del Estado y tiene una Caja Mágica pintiparada para la ocasión.

Iván iba para periodista deportivo después de ser deportista a secas. En su familia siempre se ha vivido en clave atlética, más baloncesto que tenis, pero atlética. Iván Modia senior, jugador del Breogán y su tío Alfredo Aguado, ídem del lienzo, lo certifican. Pero él mismo pica fuerte como goleador de la Comercial, en el baloncesto y en el propio tenis.

Después estudia Periodismo en la Ramon Llull y más tarde, lo ejerce en Londres con los diarios Sport y As, y Don Balón. Entonces es cuando conoce a Piqué, jugador del Manchester United en su regreso a Inglaterra, y se quedan con la copla, pero nada más.

En esos años también es columnista de El Progreso, a donde remite artículos sobre medios de comunicación, sociedad y política, desde la perspectiva de Gran Bretaña. Por desgracia, la actividad terrorista también está presente en sus comentarios, porque así lo requiere la actualidad informativa.

El siguiente paso de Iván Modia en torno al deporte es la representación de futbolistas. Llega a tener 28 jugadores y reconoce que es una época muy agitada, con 28 preocupaciones distintas y sin poder contentar por completo a los 28.

Por eso, el segundo contacto con Piqué y su ofrecimiento para participar en el proyecto de Kosmos, tan atractivo como ambicioso y arriesgado, es una liberación, y por eso, su rostro de aquel día de la fotografía es la viva imagen de la satisfacción, como la del futbolista que mete un gol en el último segundo del descuento en una final que sigue en empate.

Había que convertir la Copa Davis en una Super Bowl o en un Mundial de fútbol que paraliza a todo el planeta. La imagen lo dice todo. Si hoy la final la juegan Bélgica y Suecia, sólo la ven en Bélgica y en Suecia. Se trata de que se vea en todo el mundo.

Y a ello se ponen Modia y Piqué, incluso desde antes de nacer Kosmos. Las dificultades solo son imaginables para quien se mueve con soltura en piscinas de cocodrilos. Problemas de egos, estratégicos, administrativos, económicos y el peso de 118 años de historia en los que la Davis era de otra forma. Todo cambia a partir de hoy.