Se sabía
Viernes, 30 de Noviembre, 2018
Partidarios del Brexit duro
No podía ser de otra forma. Unos fanáticos no pueden conseguir mejorar el PIB, ni que los organismos funcionen o que la gente se sienta a gusto, por mucho que el Gobierno español se deje extorsionar a gusto por ser el fanatismo la garantía de su existencia.
Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. Este pleonasmo tan rotundo como en apariencia simplón, se atribuye al cuñado de Sánchez Mejías, el torero Rafael Gómez Ortega, pero en realidad tiene una cuna extranjera, pues antes lo dijo Talleyrand.
Da igual. Lo relevante del caso es que la chorrada se cumple una vez más a rajatabla en casa de quienes se olvidan de la buena gobernación y dan rienda suelta a un mundo de fantasías más propio de una serie de dibujos animados que de un programa de gobierno.
¿Pensaban realmente que los delirios no les iban a pasar factura?
No. Claro que lo sabían, pero eso no les libra de responsabilidad, sino que se la agrava. Se pusieron la independencia delante de las antiparras, cual zanahoria delante del jumento. Pero a la bestia, cuando llega a su destino, se le permite que la coma para no agotar el truco.
Con esa acidez característica que le acompaña desde antes de Els Joglars, Boadella dice que los más burros de su familia son independentistas y nadie se lo discute. Bueno, a lo mejor los aludidos no están de acuerdo; pero los demás, sin conocerlos, sí.
Es necesario añadir un componente palurdo para que funcione el reclamo. Algo de eso le pasa también al Brexit. Es difícil concebir a sus partidarios sin cierto olor a lana, con todos los respetos para los ovejeros, pero dicho en alusión a esa tendencia de los rebaños a no desviarse ni un metro de sí mismos, que es su seña de identidad y la base sine qua non de la trashumancia.