Que no acecine
Martes, 15 de Mayo, 2018
Con paraguas no hay manera
El señor Torra, y todos los de lengua racista, insultante y desproporcionada, están clasificados desde hace muchos años dentro de la escoria humana, pero tampoco vamos a pasarnos la vida repitiéndolo, porque es lo que esperan él y los de su jaez para poder argumentar que son vejados.
Se llama provocación y forma parte de las estrategias más viejas y sucias de la historia. Yo te caliento los cascos, tú te pasas de frenada, y quien la paga eres tú, cariño.
Ahora la están liando con la familia de Torra, especialmente con una de sus hijas, a la que le dicen de todo menos bonita. Y al hombre lo cargan de argumentos para que luego salga en cualquier tribuna diciendo los miserables juicios que se gasta para con quienes llama españoles, como si él fuese japonés.
Ése es el principio y fin de la provocación. Yo te rozo la canilla y tú intentas partírmela.
La niña Torra, aparezca como aparezca en la foto, no es responsable de la ignorancia de su padre y además, lo que se debe pretender no es pagarle con la misma moneda, que es su deseo, sino sacarlo de la ignorancia y hacer de él un hombre instruido el día de mañana.
Sabemos que es difícil, pues habiendo nacido el 28 de diciembre de 1962 _ ¡menuda inocentada para Cataluña! _ Quim ya ha alcanzado la bonita edad de 55 años, que es cuando lo que el hombre tiene de asno se hace mojama, se acecina, se apechusca, se incardina al hueso y ya no hay dios que lo desprenda, de tal forma que el asno que vive en ti, en ti se queda. Eso sin contar la muy probable tendencia a hacerse asnón. Quiérese decir que salvo divina aparición de la lengua ardiente pentecosteña, lo asnal se hace humano y viceversa.
Por eso lo correcto del caso no es fijarse en la niña, sino inundarle la casa de buenos libros en un último y desesperado intento por evitar que la sandez encastre y el hombre pueda desemburrar.