Mala y diabólica ralea
Martes, 31 de Enero, 2017
Cuando escucho que Trump nos llama a los periodistas “las personas más deshonestas del mundo” me llevo un gran disgusto. No por el insulto, sino por quedarme frío. ¿Cómo es posible que un ataque frontal a la actividad a la que te has dedicado toda la vida no te produzca ni el más mínimo sarpullido como a otros colegas que se han puesto como lobos esteparios contra el presidente?
Bueno, puede ser que uno ya esté curado de espantos, o que de tanto leer a Prudencio Iglesias Hermida se hayan reblandecido las meninges. El caso es que la opinión de este caballero, ni fu ni fa, como si oyes llover. ¿Será que no tiene crédito?
Le voy a dar una idea. La próxima vez que quiera meterse con la prensa, repase lo que de sus profesionales pensaba Marcelino Ménendez Pelayo, que ése sí que gastaba crédito y podía decir lo que quisiese por tener las pestañas quemadas desde jovencito después de devorar cuanto libro hubiese caído a su alrededor.
Decía don Marcelino: “Los periodistas, mala y diabólica ralea, nacida para extender por el mundo la ligereza, la vanidad y el falso saber, para entontecer a los pueblos, para halagar la pereza y privar a las gentes del racional y libre uso de sus facultades discursivas, para levantar del polvo y servir de escabel a osadas medianías y espíritus de fango, dignos de remover tal cloaca”.
Ésa sí que es una crítica terrible y contundente que debería librar a la profesión de los peligros que se derivan de su mal uso, aunque día tras día comprobamos que se sigue reproduciendo con más fuerza dado el alcance de los nuevos soportes.
Si el presidente habla de deshonestidad para tapar la suya propia, allá él. No es un tema de profundidad, sino un rifirrafe coyuntural sobre un señor y su forma de ser.
De ahí que el insulto me dejase tan frío como una rueda de prensa de Cristina Pedroche.