El dinero público
Martes, 20 de Noviembre, 2012
La presidenta y su impresor de billetes
Descubre Clarín que en los últimos meses su Cristina, la de ellos y la de todos los argentinos, se ha subido el sueldo un 42 por ciento, lo cual demuestra que cuando dominan las ansias, no existe atracón que las satisfaga, ni cero a la derecha que no se admita.
Como en el caso de CiU y en el de tantos otros que a diario nos es dado conocer, cuando se trata de dinero público las tragaderas se hacen túneles y por ellas se introduce todo lo que se pille por delante, tanto pesca como especies protegidas, en plan ballena de Pinocho.
No existen límites porque el dinero público es una fruta golosa que viéndola desfilar por delante, pervierte cualquier conciencia poco formada, cual es el caso de un alto porcentaje de conciencias políticas que hoy logran escalar muy alto.
Carmen Calvo Poyato pasará a la historia, no por dirigir el Ministerio de Cultura, sino por reconocer con todas las letras el artículo primero y fundamental de la corrupción bien entendida, ésa que empieza por uno mismo. Su reconocimiento de que “el dinero público no es de nadie” fue un hallazgo económico comparable al de Elena Valenciano, cuando se altera porque digan que las deudas hay que pagarlas.
Bajo esas premisas, se exime de culpa al ladrón, se anima al comisionista para reclamar mordidas sin cuento y se justifica a Cristina para que siga aumentándose el sueldo, aunque le salgan los billetes por las orejas y se chotee del pueblo argentino cobrando la pensión de viudedad _ ellos dicen viudez _, de su marido, Néstor Kirchner, el Özil de la Pampa.
Y pensar que su abuelo Pascasio salió de Lugo con una mano delante y otra detrás para ejercer de sastre. A ella no le gusta esa historia de emigrantes. Demasiada miseria. Demasiado trabajo para ganar los pesos uno a uno.