Onésimo jibarizado
Sábado, 12 de Mayo, 2012
El escenario
El lema con el que Onésimo reclamaba para España el año 32 la condición de ser en el futuro una, grande y libre, ha vuelto a escucharse ochenta años más tarde en un ideario político. La diferencia es que ahora, por mor de la recesión, la tierra para la que se reclama el título de una, grande y libre, es mucho más chiquita.
Si Onésimo aspiraba a reunir 505.998 kilómetros cuadrados, los de Coalición Canaria se conforman hoy con que les dejen para gobernar a ellos solos 7.447, que son los que se consiguen juntando todas las islas.
Quienes se han impuesto como meta trocear el territorio para hacerse los taifas con la excusa de la nacencia, merecerían padecer las plagas de Egipto, una tras otra, para ver si al menos se ocupaban seriamente de mejorar las condiciones de vida de sus paisanos y no de empeorarlas. Pero se ve que el discurso tiene arraigo y los votos los encaraman en puestos de responsabilidad dentro de una organización administrativa a la que llegan con la declarada intención de destruirla. La perplejidad del observador ante el afán suicida de un buen número de españoles es inmensa. No se conocen casos similares, salvo en las comunidades emergentes con las que nada debería asimilarnos, dado nuestro título de nación más antigua de Europa.
Es posible que los llamados nacionalistas canarios, hoy lanzados al barranco del independentismo, no vean más allá de sus narices porque otros ejemplos peninsulares se pavonean presumiendo de supuestos éxitos políticos, a partir de un discurso machacón de estrofa única: “Nos vamos a separar”. Y es posible también que si lo entonásemos todos se acabaría la mandanga. Nos anexionaría Marruecos a trocitos, pero durante unos siglos dejaríamos de escuchar ese cansino triduo del una, grande y libre, hasta que llegase otro Onésimo.