Aprobado general
Miércoles, 29 de Febrero, 2012
Montoro y Gallardón, dos teorías distintas y un solo Gobierno verdadero
La doctrina Montoro de que todos somos culpables de la indisciplina presupuestaria equivale a decir también que nadie lo es. Fuimos Fuenteovejuna y a Fuenteovejuna no se le puede enchironar.
Como toda teoría exculpatoria es preciosa y el Gobierno debería bordarla en punto de cruz o petit point sobre una sábana blanca de amnistía fiscal para colgarla luego de algún balcón prominente, como el de Hacienda.
Resulta poco gratificante que mientras en las comunidades más cumplidoras se ha pasado un ejercicio de agárrate los machos, de escuchar a diario que hay que ahorrar, o de restricciones ante cualquier tipo de proyecto o iniciativa, existiesen al lado otras comunidades donde el dinero público fluía por los conductos habituales con prodigalidad y alevosía.
Lo mínimo que podía esperarse era un premio, estímulo o reconocimiento para los sufridos ahorradores y el oprobio y el baldón para los gastadores. Pero no, café para todos. Después dirán que a los niños hay que educarlos en la ley del esfuerzo y que no valen los aprobados generales. Ya se ve de qué valen los esfuerzos. Ahorra tú, que a mí me entra la flojera.
Anda también Gallardón con los aprobados a vueltas, aunque en su caso aplica la teoría contraria a Montoro. No hay víctimas de uno y de otro lado, les dice a los arrepentidos vascos. Hay culpables e inocentes.
Menos mal. Con eso de hacernos a todos culpables, comenzaba a preguntarme cuándo había decidido yo reventar Hipercor, secuestrar a Miguel Ángel Blanco o colocar una bomba-lapa bajo el coche de Irene Villa. Y la verdad, no lo recordaba.
Otros muchos tampoco recuerdan haberse dedicado al despilfarro y a la dilapidación de fondos públicos, pero a Montoro le da igual. Suspenso en comandita y amnistía general.