Tiempos verbales
Domingo, 21 de Agosto, 2011
Si el tiempo acompaña…
La manipulación de la historia es una tentación al alcance de los gobernantes y pocos hay que se resistan a caer en ella. En manos de un hábil cocinero de acontecimientos, lo que parece inamovible, porque es pasado, puede presentarse con tantos trajes como gobernantes haya. Cada ministrillo con su librillo.
Si la tentación afecta al pasado, que es la parte más pétrea y consolidada, ¿qué no pasará con el presente, que está a medio hacer, o con el futuro, del que apenas hay leves referencias?
El futuro es el tiempo verbal donde el gobernante se mueve con más soltura, pues admite frases de magnitud 10 en la escala de Richter. Por ejemplo, hace cuatro años se podía decir sin ningún rubor ni peligro, que España alcanzaría el pleno empleo en esta legislatura. Que luego se esté a un paso de alcanzar el pleno desempleo forma parte de los gajes del oficio. A veces se acierta, y casi siempre se introduce el pernil.
Estamos a punto de despedir a un presidente que fue incapaz de conjugar un solo tiempo verbal con la mínima corrección exigible a quien se postula como administrador general de todo un país, un oficio que se parece a la presidencia de una comunidad de vecinos, pero a lo bestia.
Intentó manipular el pasado a manos llenas, proveyendo iniciativas de ingentes fondos públicos para ello; nos pintó un presente de Champions League cuando apenas rozábamos la Regional Preferente, y negó el futuro de la recesión una y mil veces hasta que los acontecimientos se lo llevaron por delante al modo y manera en que le llegó el amor a Rocío Jurado; es decir, como una ola.
El presidente confió todo a un tiempo verbal escurridizo y traicionero, el imperfecto de subjuntivo; aquel que les servía a los Sirex para escribir “Si yo tuviera una escoba”. Pero no la tenía. Y eso que somos los inventores de la fregona.