Todo fluye
Martes, 30 de Junio, 2009Semana sí y semana también, varios organismos toman el acuerdo de retirar los honores concedidos en su día a Franco. Reconocen su error, y dispuestas en procesión de flagelantes sus corporaciones, desfilan gachas las frentes, pasándose los unánimes decretos de antaño por el arco de triunfo. Jamás ha sucedido eso que en su día fue gran acontecimiento local. Bórrese de la memoria. Ar!
Todos entonan el mismo cántico e idéntica palinodia: Nos equivocamos porque no éramos libres.
¿Y si es ahora cuando tropiezan? ¿Qué garantía hay de que no se equivocasen antes y ahora?
Es llamativo que estas demostraciones de público arrepentimiento y dolor de contrición sólo se produzcan para dejar a Franco sin medallas _ lo cual nos importa más bien poco _, pero nunca jamás para remediar ninguna otra resolución inadecuada. Si se callasen lo de Franco pensaríamos que nuestras sacrosantas instituciones eran infalibles y de ahí que no hubiese motivo para enmendarles la plana, pero no. A veces se equivocan y conceden títulos honoríficos sin mirar a quiénes. Luego pasa lo que pasa. Que tiene que venir un nuevo salvapatrias a remediar entuertos. Pues anda que no les quedan medallas por quitar.
Si la Academia sueca le quita a alguien un Nobel, se les hunde el chiringuito. Por el contrario, en este trabajo de conducir dando bruscos giros políticos hemos alcanzado un alto grado de perfeccionamiento. Y no sólo en España. Ahí tenemos en Honduras el fresco caso de Micheletti, que a Zelaya le ha quitado algo más que una medalla; valga el espontáneo y chusco pareado.
Heráclito parece que le gana la partida a Parménides. Nada permanece. Todo fluye. Por ejemplo, hace sólo unos meses, en el mapa del tiempo de la tele vasca aparecían siete provincias. Hoy sólo salen tres, y mañana, Dios dirá.