Mensaje recibido
Sábado, 31 de Marzo, 2007En la semana que termina se ha producido un repunte en la altura del debate político. Gracias al escroto de Antonio Aguirre se han podido escuchar a lo largo de toda ella elevadísimos argumentos sobre el fascismo y cómo ejercerlo a plena satisfacción del partido gobernante.
Una vez conocidos los hechos, no parecía nada fácil conseguir que la agresión a Aguirre pudiese acabar favoreciendo a Ibarretxe, a su gobierno, a su policía y a su partido, pero tras encomiables esfuerzos por parte de unas cuantas instituciones que no la condenaron y mediante la sabia utilización del diccionario de la RAE, lo que muchos interpretamos como una coacción violenta y fascista contra una minoría de pacíficos ciudadanos, se convirtió en una desproporcionada provocación de Aguirre y sus amigos del Foro de Ermua, que llegaron al extremo de interponer los testículos del primero en el espacio aéreo que en ese momento cruzaba la pierna de un honrado patriota en pleno uso de su derecho a la coz.
Y es que hay ocasiones en las que nos dejamos arrastrar por las falsas apariencias antes de sopesar con calma la naturaleza de las acciones. Si el Foro de Ermua se hubiese quedado tranquilamente en casa, si no se preocupase tanto por la libertad y la Constitución, y si dejase el camino expedito a la guardia pretoriana del pensamiento único, sus siete u ocho miembros no habrían sido insultados, acosados y deshuevados por los cientos de simpatizantes de Ibarretxe, que tuvieron que ser protegidos por la ertzaintza, porque de lo contrario, los siete y sus pretinas acaban con todas las puntas de los zapatos allí reunidas.
El mensaje de los acontecimientos sucedidos ante el Palacio de Justicia de Bilbao es claro y notorio. Si tienes la desgracia de no comulgar con ruedas de molino, con lo ricas que están, no te dediques a la política en el País Vasco, pues pueden surgir inconvenientes en tus funciones reproductoras, ya que para ello será necesario que pongas toda la carne en el asador. Es decir, que le eches cojones.
Y encima dirán que el fascista eres tú.