Hermanos de lucha
Lunes, 31 de Julio, 2006No sé a ustedes, pero al que suscribe le da de todo menos risa ver a esos dos caballeretes llamados Ahmadineyad y Chávez lanzándose piropos como dos viejas damas al borde de la piscina en el balneario de Clichy. Te encuentro guapísima. Tú sí que te conservas.
Pero si en cualquier ocasión el encuentro irano-venezolano podría habernos inspirado los mismos efluvios de desconfianza, en la actual coyuntura la desazón es mucho mayor.
El iraní ha dicho de don Hugo: “Este señor es mi hermano y ojalá sea mi compañero de lucha”, frase de la que se deducen dos terribles consecuencias y un ergo demoledor. La primera nos ilustra sobre el tipo de personajes que están al frente de dos de las más importantes reservas de petróleo, en concreto la primera de América y la quinta de Oriente Medio.
La frase transmite también sin ambages que Mahmud Ahmadineyad tiene ganas de camorra y utiliza el lenguaje adecuado para esas ocasiones, aunque se le sabe bravucón y pendenciero.
A partir de aquí se establece la tercera conclusión inquietante, cual es que si a estos señores les diese por liarse en cualquier zipizape, España iba a estar a su lado, como resulta fácil deducir a la vista de las buenas relaciones que se establecen con estos países.
Y no está nada mal que nuestra diplomacia trate de mantener amistades con María Santísima. Lo que está rematadamente mal es que se distinga, como ellos, en despreciar a otros con los que, en teoría, no se debería entrar en ningún tipo de confrontación.
Por todo ello, el hermano Chávez y el hermano Ahmadineyad, tan juntitos y tan bien avenidos, tan hermanos de lucha, que no de leche, nos dan más miedo que una reunión entre Stephen King y Christopher Lee.
De allí no puede salir nada bueno.