La última de Oriana
Sábado, 25 de Febrero, 2006En los años de la oprobiosa censura los periodistas imaginaban que en la cota más alta de la libertad de expresión había una caricatura en la que se veía a Franco en la cama, acompañado de su esposa, Carmen Polo. Ésta le pregunta: ¿Jodemos, Paco? El ferrolano acepta, saca unos papeles de la mesilla de noche y ambos se disponen a firmar varias sentencias de muerte.
Cualquier otro dibujo quedaba por debajo de aquél, que si no se publicó, se difundió boca a boca a más no poder. Hoy esa misma cota a nivel internacional la ocupa Mahoma, rodeado de “sus nueve esposas, incluyendo la niña con la que se casó a los 70 años, sus 16 concubinas y un camello llevando una burka”. Se trata de una viñeta que está dibujando Oriana Fallaci y que así lo ha hecho saber antes de acabarla, pues quizás piense que no encontrará ningún medio que la acoja en sus páginas.
La intención de la periodista está clara. Frente a la sumisión, la extorsión o el chantaje, opone la valentía de unos principios por los que ha muerto mucha gente, como recordaba el otro día Arturo Pérez Reverte. Podrán ser sustituidos por otros, sin duda, pero los nuevos no deben venir arropados por la violencia, la sinrazón o la incultura.
Por supuesto también son muchos los que piensan que Oriana está realizando un ejercicio de provocación insensato, innecesario y peligroso. En el tercer adjetivo estamos todos de acuerdo, incluida la autora. El mero hecho de representar hoy a Mahoma lo es. No creo que sea fruto de la insensatez, aunque la valentía siempre necesita espolvorearse con ciertas gotas de locura. En cuanto a su necesidad, cabría preguntarse también si era necesario dibujar a Franco en la cama, y la respuesta es que sólo lo sería en el caso de que una sociedad quisiera presumir de ese alto grado de libertad. Y eso es lo que cuestiona la periodista italiana. Como dijo Shakespeare, no es hereje el que arde en la hoguera, hereje es el que la enciende.